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lunes, enero 25, 2010

Castellfollit de la Roca

Después de pasar la mañana en Besalú, seguimos en coche hasta el pueblo cercano de Castellfollit de la Roca, donde nos habían recomendado comer en un restaurant muy "campesino". Como siempre, hicimos una reserva antes, ya que la técnica marplatense de presentarse en el restaurante y hacer cola no funciona demasiado bien en Cataluña (hasta el sitio más inesperado puede estar lleno por horas). Después de comer unos platos muy suculentos de comida catalana, caminamos un rato por el pueblo.

Muchas casas parecían abandonadas:


El pueblo tiene sólo un par de calles que la atraviesan longitudinalmente. Es realmente muy estrecho (y también muy pequeño, con 1000 personas, siendo el menor en superficie de toda la provincia de Girona, y el segundo de toda Cataluña).


¿La razón de que sea tan estrecho? Que está rodeado por acantilados en tres de sus cuatro costados. Castellfollit está ubicado en una punta aguda de una meseta, justo al borde del barranco. Por ejemplo, esto es lo que uno ve apoyado en la pared de alguna casa.


Mirando hacia atrás, se ve el pueblo, la caída abrupta y el río que pasa por debajo.



Las casas, al borde mismo del precipicio. Del otro lado hay un precipicio similar, formado por la erosión de otro río sobre la misma roca volcánica, de más de 50 metros de altura.



Reformas en el Ayuntamiento. La caja fuerte ya no parece tan segura.


Como en invierno los días son cortos, salimos pronto rumbo a Olot y sus volcanes. Pero antes, un par de panorámicas de este pueblo, que me pareció alucinante y único. Lástima que las fotos no sean mejores, para mí es uno de los lugares más impactantes que haya visto.



Toda la zona de Olot tiene volcanes inactivos. Hubo un par de anécdotas para el recuerdo: la primera, que el volcán de la ciudad estaba, según una señora, "cerrado" (supongo que quería decir que por la hora no se podía acceder al parque en el que estaba). Pero la que me perseguirá toda la vida (como las risas de quienes me acompañaban) fue cuando, buscando unos volcanes de los alrededores, paramos el coche y le pregunté a un paseante, esforzándome en catalán, dónde quedaban los "volcanets". Como si preguntar por los "volcancitos" no fuera lo suficientemente humillante, resultó que el paseante era claramente un moro que sabía todavía menos catalán que yo, y me respondió en castellano.

En cualquier caso, llegamos casi al anochecer a ver un par de volcanes, a los cuales no llegamos a subir por la hora y por pereza.



Después de saludar a un caballo solitario que estaba intrigado por nuestra presencia, volvimos a Barcelona por el camino largo, para evitar las autopistas, y un par de horas más tarde ya estábamos en casa.

domingo, enero 17, 2010

Besalú

El 25 de enero subimos en coche mi novia, mis hermanos y mi madre, que estaba de visita, a Besalú, un pequeño pueblo de Girona con mucha historia.

Apenas llegamos nos encontramos con un enorme puente medieval, que a alguno le recordó al Señor de los Anillos.


Besalú es muy antiguo. La primera noticia que se tiene de él es del siglo X. Por aquella época, se construía un castillo sobre una canónica, y en el 902 se convirtió en capital de condado. Seguramente existía desde mucho antes, pero no aparece mencionado en ningún texto, como le suele pasar a muchos pueblos catalanes.


Más tarde pasó a formar parte de la casa de Barcelona. En 1659, España estaba en guerra con todo el mundo, incluyendo la vecina Francia. Aunque España iba ganando, tanta guerra le estaba resultando muy costosa, y el rey decidió firmar un tratado de paz muy desfavorable con los franceses. Como resultado de ese tratado, Cataluña perdió el Rosellón, un gran trozo de su territorio, del cual parte era administrado por Besalú.

Además, durante la Guerra de la Independencia Española (es decir, cuando luchó contra la invasión napoleónica, entre 1808 y 1814), Besalú presenció una batalla donde las tropas españolas le ganaron a las francesas.

Una callecita del pueblo:


Los habitantes del pueblo intentan adornar sus calles.


A veces, de formas raras:



Después de hacer un poco de alpinismo hasta lograrme sentar en la silla de la foto anterior, encontré esta vieja polea, ubicada en la tercera planta de una casa. La ventana no tiene desperdicio.


El antiguo pozo:


Una tienda que invitaba a entrar:


Más rincones del pueblo.


Esta casa delata su historia: hace muchos años decidieron agregarle un piso y medio, y tiempo después se les murió la hiedra.


Este tal vez sea el Árbol Blanco de la ciudad amurallada. A sus pies habían colocado unas placas con un poema en dos versiones: catalán actual y catalán antiguo. No entendí mucho del último.


A nuestras espaldas, preparaban un escenario, por la tarde habría fiesta en el pueblo. Nosotros, mientras tanto, probamos un vino dulce típico y recorrimos las tiendas, muy bien cuidadas, de la plaza.



Seguimos caminando. Pese a que era invierno, hacía calor, sobraba el hambre y faltaban fuerzas para recorrer la cima. Es una lástima, porque probablemente sea la zona más antigua. Pero todos teníamos muchas ganas de recorrer el puente.

Bajamos al río...



...y volvimos a entrar a Besalú.






La siguiente foto asusta un poco, pero es una de las personas que a veces aparecen por Besalú.






Todo el pueblo estaba bailando sardana junto a la iglesia. La sardana, que es un baile típico catalán, tiene dos pasos básicos (el corto y el largo), y no parece tener mucha dificultad.


El puente es lo que más me gustó de Besalú. No había visto nunca un puente tan imponente y tan medieval. Aunque, de hecho, una parte tuvo que ser reconstruida en los 60, porque durante la Guerra Civil la dinamitaron para impedir el paso.



La vista desde el puente:


En Besalú también nos podemos encontrar con alguna modelo paseando por allí:




Uno de los pilares del puente, que parece tener un tipo de escalera que viene del agua y no lleva a ninguna parte.




Otra torre del puente. Esta parece una carita:



El puente, desde el nivel del río:


Ya nos íbamos hacia Castellfollit de la Roca, otro pueblo muy curioso. Desde la carretera dimos una última mirada a Besalú, un pueblo fantástico que recomiendo visitar.