Google
 
Web En este blog

jueves, julio 08, 2010

Fiestas de Gràcia 2009

Como cada año, el 15 de agosto comienzan las fiestas de Gràcia, mi barrio. Se decoran calles y plazas, que compiten entre sí para ver cuál es la más original, la más linda, etc. Todas las noches hay música en vivo, y todo se llena de gente bailando en las calles.

El año pasado, antes de que comenzaran, fuimos a dar una vuelta para ver qué habían preparado. Estas son algunas de las fotos que hice.

En la plaza Rius i Taulet (rebautizada como Plaza de la Vila) se preparaba este dragón volador:


En otra de las calles el techo era un sinfín de pájaros de papel. Los vecinos se juntan durante todo el año para prepararlos, sin más beneficio económico que el que puedan obtener del aporte de los comercios de la zona y de la venta de cervezas y camisetas en la calle.


Me encantó la señora que sonríe con cada foto que le hacen:


No tengo muy claro cuál era el tema de esta calle. Pero diablillos y enanos son una combinación interesante.


Un perro con dos cabezas:


Detalle de una mariposa. Admiro el esfuerzo y la dedicación de esta gente.


El pájaro de fuego, curiosamente con los colores de España:


En la calle de los mitos, el Minotauro:


Y este enorme centauro:


La Medusa:


En una calle, en tono nostálgico, hicieron con madera un enorme tranvía, en referencia al histórico Tramvia Blau de Barcelona.


A los costados colgaban fotos de la ciudad hace un siglo. La calle les quedó muy bien, aunque tal vez se excedieron un poco en el gasto, el espíritu para mí es hacer mucho con poco.


En otra calle exaltaban los prodigios de la ciencia. Aquí, un átomo y unos prismas.


Hay gente que, por su cuenta, también prepara sus balcones para la fiesta. Aquí, una referencia a la Guerra Civil Española: el pobre trabajador, explotado, es acusado de rojo por el cura de la iglesia del pueblo a los franquistas, quienes lo fusilan en juicio sumarísimo.


En otra calle realzaban las virtudes del vino:


Aquí Alicia nos daba la bienvenida a la calle de las Maravillas:





Una casita de chocolate. Habían puesto perfume, así que también tenía el olor a cacao. Todo el asunto daba un poco de hambre.


Esta fue la calle ganadora. Su tema era la fragilidad.


Con material reciclado y poco dinero, habían conseguido crear un ambiente único.




En la Plaça Rovira, el tema era el mar. Con botellas de agua mineral la habían llenado de peces, y en el medio nos esperaba un pulpo gigante.


Los camareros eran unos verdaderos piratas.


La decoración era un poco precaria, pero con unas latas y poco más lograron protestar contra la contaminación en el Mediterráneo (nula para mí, excesiva para los europeos).


En la calle del miedo nos esperaba una mosca asesina.




Llegamos a la calle Verdi, una vía comercial que gana la mitad de las veces, aunque el año pasado no. El tema era el mundo medieval.






El muro hasta tenía telarañas:


Y para mis amigos los frikis informáticos, una estampida de ratones:


Los okupas de la calle de atrás habían decidido participar por primera vez. Era la calle más humilde, pero la idea de colgar pensamientos de todo tipo no estaba mal.


Para quien no haya estado nunca, recomiendo las fiestas de Gràcia, realmente valen la pena. A menos que vivas junto a una plaza, sin aire acondicionado, y con 35 grados tengas que cerrar la ventana para poder escuchar tus pensamientos. Y desde aquí un aviso: no tengo problema en acostarme todas las noches a las 4, pero como vuelvan a pasar los trabucaires por debajo de mi ventana a las 8 de la mañana, lanzando petardos sin gracia y sin público, voy a empezar a arrojarles cartuchos de TNT a ver si les parece divertido.

Por todo esto, al día siguiente huimos a la tranquilidad de Llívia, un pueblo metido en el medio de los Pirineos.

lunes, julio 05, 2010

Cala Mosques y Cala Xeroi

El 14 de agosto pasado fuimos a un par de calas próximas a la Ametlla de Mar (la "Almendra de Mar", en Tarragona). Tuvimos un pequeño desacuerdo con nuestro GPS, que parece no ser muy preciso en cuanto a playas, y terminamos primero en Cala Mosques, un sitio recóndito rodeado de casas de veraneo de lujo deshabitadas.


Un niño y una parejita, los únicos que había en la playa. De todas maneras no nos quedamos mucho allí, porque el suelo era de roca y no era muy motivante cortarse todo para meterse al mar. Además, hacía tanto calor que queríamos algo de sombra, y no había ningún escondite.


Una mansión, propiedad de un francés, domina la entrada a la cala.


Rápidamente nos fuimos a cala Xeroi, un lugar que me recordó mucho a la Costa Brava. La arena no era tal, sino infinidad de piedras redondeadas de todos los colores. Llené una bolsa para regalárselas a mi hermano, y me metí varias veces al mar, que debía rozar los 30 grados.



A eso de las cuatro nos fuimos a comer a Altafulla y luego regresamos a Barcelona. Faltaban un par de días para las fiestas de Gràcia y para viajar, con mi hermana y mi cuñado, a conocer Menorca.

Cap Roig y Tortosa

El 13 de agosto pasado fuimos a conocer Cap Roig (Cabo Rojo), una cala más propia de la Costa Brava que de las típicas playas largas y llanas de la provincia de Tarragona.


Apenas llegamos nos metimos inmediatamente al agua. Caminamos un poco por el bosque, y aprovechamos para comer en una enorme terraza situada a metros del mar.




Por la tarde, una vez que tuvimos suficiente playa, fuimos hasta Tortosa, una ciudad que me interesaba conocer por algunas fotos que había visto por la tele. Se ubica cerca del límite sur de Cataluña, a unos pocos kilómetros de la frontera con Valencia.

Durante la Guerra Civil Española, la Batalla del Ebro fue una de las más importantes, y la ciudad quedó prácticamente destruida. En 1966 Franco hizo construir un monumento a los caídos (a los caídos del bando fascista), al cual le han quitado varios símbolos pero aún sobrevive el águila imperial. Allí sigue, polémico, en el medio del río.


Lo que más me gusta de la ciudad es cierta sensación de abandono. Parece que los habitantes de la ciudad han decidido dejar que sus edificios se vayan destruyendo lentamente, por falta de interés o de dinero. Cada tanto se escucha alguna noticia de algún edificio que hace implosión sepultando dentro a sus moradores. En esta foto, a la vera del río, algunas construcciones están ligeramente inclinadas hacia delante y los costados.


Esto creo que es la entrada a la catedral, en obras de restauración. La escalera desapareció.



En la calle abundaban los musulmanes y los gitanos (cada uno en su barrio). Tortosa parece haber sido abandonada por los catalanes en manos de incipientes ghettos, que seguramente se ganan la vida en tareas de campo. Pese a su historia y su patrimonio, no parece que el turismo sea un motor importante de la ciudad.



Me gustan mucho estos edificios en decadencia.


Esto creo que es el interior del Palacio Episcopal, una construcción hermosa y compleja, de la que nos echaron un poco bruscamente ya que ya eran las seis de la tarde.


Pero antes llegué a sacar algunas fotos.



El monumento franquista de la Batalla del Ebro, algo más de cerca, y con el sol de frente para que no se vea nada.


Por toda España se conservan algunas placas conmemorativas. En Cataluña las placas en castellano normalmente son franquistas. Esta en particular posiblemente lo sea, porque recuerda a un tortosí de derechas que llegó a ser alcalde de Madrid, logró luchar contra una epidemia de cólera en la ciudad, y tuvo que dimitir por corrupción. Parece ser uno de esos héroes del pasado de la españolidad.


La destrucción de algunos edificios es total. Detrás de esta elaborada entrada a una iglesia sólo hay escombros y cables aéreos (prácticamente extintos en el resto de Cataluña).


En la que tal vez fuera la plaza central, esta esquina vidriada pide a gritos una segunda oportunidad. En Barcelona, su valor sería incalculable. Aquí, ni siquiera tiene okupas.


Los edificios, como si estuvieran borrachos, se tambalean en diferentes direcciones. Cuando se van hacia delante, necesitan apoyarse en los de enfrente.


Subimos caminando al Castillo de San Juan, iniciado por los romanos pero construido en su mayor parte por los musulmanes. Gran parte de España estuvo bajo dominio musulmán durante 7 siglos, incluyendo a Tortosa. Ahora, la construcción principal funciona como hotel de lujo.



El Castillo controla la ciudad y el río.


Debajo se ve la Catedral, que tiene una forma bastante particular, y a la izquierda, con techos de tejas, el Palacio Episcopal. Es por esta imagen que tenía ganas de conocer Tortosa.


Un buen ejemplo de un edificio vacío, que espera que alguien se decida a invertir en la ciudad reconstruyendo todo su interior. Conozco a unos cuantos catalanes que compran construcciones así, restauran la fachada y otros elementos de interés, y se construyen en su interior una casa de lujo. Esto lamentablemente no es una práctica frecuente entre los gitanos y musulmanes, los habitantes de este casco antiguo. Los sudamericanos tampoco somos muy de restaurar, de hecho. Supongo que es por falta de arraigo.


El Ebro atraviesa la ciudad.



Primer plano de la Catedral



Una de las murallas y de las torres del castillo.


A lo lejos, del otro lado de la ciudad, otra fortificación, conectada por una antigua muralla.


Detrás de la muralla, las antiguas tierras de labranza.


El pozo central, sorprendentemente ancho, protegido con una reja.


Las rampas de acceso, hechas con piedra, intentan mantener el estilo del castillo. Aquí sí ha habido una buena restauración.



Esta estructura, con poleas en las esquinas, me dejó intrigado. Me gustaría saber para qué servía, la verdad.


Parece que un vecino decidió alegrar el barrio pintando su ático de rojo.


Y otro de rosa.


Un servidor, confirmando que la gente hace unas décadas era más baja.


Estaban a punto de sacar a pasear a la virgen, aunque no parecía haber mucha expectación.


El alquiler de este local debe ser barato. Eso sí, yo no haría una ventana en esa pared, que parece sostener medio edificio.


Aquí, un atardecer sobre el río.


Hace un par de años, durante una sequía, hubo cierta polémica porque los valencianos querían que se desviara una parte del Ebro a sus tierras (posiblemente necesitaban abrir otros cien campos de golf ). Los tortosíes y catalanes en general estaban en desacuerdo. De hecho, el Ebro está en retroceso por la cantidad de agua extraída para la agricultura, así que agua no sobra.


Me gustó este edificio, que es en realidad una cadena de comidas rápidas. Nos pedimos un par de bocatas (en Argentina, "sánguches") y nos volvimos al hotel.