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lunes, enero 22, 2007

Castillo de Montjuïc

El domingo por la tarde salí con un objetivo: llegar finalmente al Castillo de Armas de Montjuïc. Luego de comer un McPollastre en Sants (me arrepentiría toda la tarde de eso) bajé caminando hasta Plaza España, subí hasta el Palau Nacional y me metí por un camino que rodeaba el monte por el sur. Allí está este puente extraño, que aunque no se puede cruzar por él todavía se ven los escalones. Probablemente fuera construido para la exposición mundial de 1929, como casi todo lo demás de Montjuïc.


Un poco más adelante encontré un parque lleno de setos. Al fondo se ve otro camino por el cual nunca caminé.


Ese camino es, en esta parte, un puente.


Decidí entrar nuevamente por los Jardins de Laribal y el Teatro Griego para cortar camino. Estas son las Escalas de la Generalife, las de estilo andaluz y barandillas con agua que mencioné la semana pasada, esta vez de día:



Y este es el Paseo de las Esculturas, ubicado a la salida del Teatro Griego:


Esto, que a primera vista parece una tapa de alcantarillado, es en realidad una escultura de 1990, donde un crítico ve una referencia a los círculos dantescos del infierno, aquí rodeando al Arte. Por supuesto, esto lo averigüé después, en su momento no se me ocurrió que pudiera ser una escultura, tal vez porque no tiene volumen y está en el medio del camino:


Seguí caminando, y caminando, y caminando. Pasé junto al funicular de Montjuïc, que hubiera sido una buena opción de haber sabido que existía. Pero seguí subiendo, y subiendo. Pasé junto a varios parques muy prometedores, pero me dije que lo primero era llegar al castillo, en cualquier caso los vería a la vuelta (por supuesto, se hizo de noche antes). Ya empiezo a sospechar que no sólo Barcelona es infinita, sino que el Montjuïc también lo es.

Este es uno de los parques, visto desde arriba (¿se ve el lago artificial?):


Ya estaba lo bastante alto como para sacar un par de fotos de la ciudad:


En esta se ve, a lo lejos, la Sagrada Familia, que siempre sobresale:


Después de casi una hora y media de ascenso (no hay escaleras, uno tiene que seguir caminos más o menos serpenteantes), llegué finalmente al Castillo, ubicado en la mismísima cima del monte, a 170 metros de altura sobre el nivel del mar, unos 50 pisos.

Este castillo data del siglo XVII, con adiciones del XVIII. En 1842, desde aquí se disparó contra la ciudad debido a las revueltas que tenían lugar en Barcelona. Fue también utilizado como prisión hasta hace bastante poco. Durante y después de la Guerra Civil, aquí tuvieron lugar numerosas ejecuciones, incluyendo la del líder nacionalista catalán (extraditado por los nazis). Los catalanes no parecen tenerle mucho cariño a este lugar.



La cima del Montjuïc es bastante plana, y el castillo cubre toda la zona que da al mar. Hay numerosos cañones apuntando hacia el Mediterráneo, aunque también hay varios hacia la ciudad. El castillo tiene varias defensas, tanto para rechazar ataques marítimos como para resistir un asedio.

En esta foto, parte del puerto de Drassanes:


El puente de acceso al castillo, rodeado por fosos.


El foso derecho:



Y el izquierdo:

Esta es la entrada (gratuita) al castillo. Para ser más precisos, es la entrada a la parte interna de la fortaleza, el castillo en sí es lo que se ve arriba a la izquierda.


Apenas se entra a la fortaleza, esta sorpresa. Decididamente no iban a ponérsela fácil a los invasores.


Aquí se ve uno de los cañones que miran hacia el mar:


Y fue en este preciso momento en que las pilas recargables compradas la semana pasada se agotaron, después de sacar poquísimas fotos. Recordé a toda la comunidad china por un momento, incluso si me hubiera dejado sacar una sola foto al castillo me hubiera dado por satisfecho. Pero no. Así que tendré que regresar otro día.

Puedo adelantarles que lo que vi está alucinante, valió la pena la caminata y todas las caminatas que vayan a ser necesarias. De todas maneras creo que la próxima vez subiré en autobús y bajaré a pie, o podré correr alguna de las maratones que se hacen en el monte. Dicho sea de paso, están construyendo un teleférico que llega hasta muy cerca del castillo.

El cielo ya se estaba poniendo oscuro, y aunque tenía tiempo para entrar al museo (por 1 euro o 2,50, según cuánto quiere uno visitar), no quería bajar caminando Montjuïc de noche, eso de perderme en un bosque no me causa mucha gracia. Así que fui a paso ligero, yendo casi siempre hacia abajo, y en una media hora llegué al barrio de Poble Sec. Luego de una caña y un rato en metro regresé al piso para dejarme morir en el sofá mirando la nueva temporada de 24, que dicho sea de paso empezó con todo.

miércoles, enero 17, 2007

Algunos parques de Montjuïc

El domingo por la tarde me subí al metro con la intención de llegar al otro castillo de Montjuïc, que no conozco en absoluto (de hecho, al primer castillo se lo llama Museo Nacional de Arte de Cataluña). Se hizo de noche antes, pero pude recorrer dos de los parques ubicados en este monte.

Bajé en Poble Sec, encontré una tienda china y finalmente pude comprar las pilas de la cámara. Llegué al Teatro Libre por una calle lateral:



Esto, según un mapa un tanto viejo, es el Palau de las Arts Grafiques. Tengo mis dudas, ya que los edificios públicos cambian de función con bastante frecuencia (en el mismo mapa aparece el Teatro Libre como Palau de la Agricultura, por ejemplo).


No tenía mucha idea de cómo llegar al castillo, pero sabía que estaba al otro lado del monte. Así que decidí subir por el costado del Museo Nacional.




Cruzando una avenida me encontré con algo que, según es el ayuntamiento, es parte del Parque del Teatro Griego y según un cartel son los Jardins de Laribal. Ya había estado con Pablo y Julián, aunque al parecer sólo habíamos recorrido una pequeña parte, la superior. Esta foto está tomada desde el acceso inferior, lo que hay a la izquierda no es una escalera, sino que forma parte de una fuente. Por el medio baja el agua como por un canal con pequeñas cascadas.


Una fuente que había por ahí. Por más que intenté fotografiar un pájaro raro que bebía en ella, en cuanto apuntaba la cámara se escondía detrás.


En este parque hay varias estatuas y rosedales. Las fotos de las primeras no me salieron bien, y los rosedales parece que no están en estación, así que se las debo para otro momento.

En la parte intermedia hay una galería descubierta con miradores.


Este camino no sé adónde lleva. Probablemente a otra zona del parque que me haya quedado por conocer...


Una vista de la ciudad, con bruma:


Este restaurante está ubicado en el medio del parque. Se puede acceder por ascensor (lo de la izquierda), y estaba cerrado. Es que, pese a ser domingo, los visitantes no éramos más de una decena.


La fuente de la fotografía del principio, de la mitad para arriba.


Y de la mitad para abajo. Algo similar es lo que había visto en el Parque del Guinardó, aunque sin tanto declive.


En esta zona del parque hay setos rodeando los árboles y rosales del interior. Ojalá estos últimos estuvieran florecidos, parece que los hay de todos colores.


Subí por esta escalera creyendo que me llevaría a la parte superior del parque, pero me equivoqué. Entré al parque del Teatro Griego.


Esta escalera es de estilo andaluz (granadino, según el cartel). Al parecer, a principios de siglo pasado era la forma más rápida de desplazarse entre dos barrios, aunque ahora sólo la usan los turistas y las parejitas. Yo no me apoyaría en la barandilla (después mostraré por qué)


El paseo del Teatro Griego. Había algunas petunias en primer plano y detrás muchos rosales sin flor. Supongo que debe ser espectacular entrar por aquí, de noche, y en su mejor época, para ver una obra de teatro al aire libre.



Lo de atrás es el Museo Nacional de Arte:


El Teatro Libre y el Passeig de Santa Madrona (la avenida):


El Teatro Griego. Lamentablemente no pude bajar porque estaba en obras y rodeado por vallas:



Ya tengo dos secciones. Una es la de fotos con gatos y otra la de fotos de ventanas. Voy a contribuir a la segunda:


Se hizo de noche y quedaba poco para que cerraran el parque. Subí por las escaleras andaluzas que mencioné antes. Descubrí que las barandillas formaban parte de la fuente:


Mientras me perseguía el cuidador para cerrar el parque a mi salida, atravesé el Paseo de las Esculturas. Fotografié una, muy rara:


No tenía sentido seguir camino hasta el castillo de Montjuïc, así que emprendí el regreso. Esta es la fuente del comienzo, en un parque que nunca cierra, y por el cual bajé hasta Plaza España.

lunes, enero 08, 2007

Más Barcelona

Ayer domingo decidí salir a caminar para tomar un poco de aire. Decidí llevar la cámara, que no tenía pilas, y comprar un par en el camino si podía.

Sabía que entre mi barrio y el mar se encontraba un parque enorme, el Parc del Guinardó, ubicado en la cima de un monte. El ascenso fue bastante duro, pero llegué a un bosque agreste y húmedo donde los senderos habían sido marcados por las pisadas de sus visitantes. Era un lugar muy lindo y con una vista panorámica impresionante. Seguí en dirección al mar y llegué a la parte sur del parque, donde aparecieron los caminos hechos por el ayuntamiento y una serie de fuentes sencilla y muy bonita. Aunque no sé mucho de esto, creo que representaban un acueducto en miniatura, con el agregado de alguna que otra pequeña cascada. Uno podía seguir el camino del agua, desde la cascada inicial hasta su desaparición en la última fuente, siguiendo los canales hechos en piedra. En esta zona sur el bosque deja de ser agreste para convertirse en un grupo de setos prolijamente cortados.

Salí y pronto llegué a la iglesia de la Mare de Déu de Montserrat, sita en la avenida del mismo nombre. Esta iglesia es una construcción muy rara, ya que combina al menos tres estilos. Lo más llamativo es el campanario, que está hecho sólo de vigas de metal y vidrio (cristales). Yo diría que es posmoderno, aunque no sé mucho de arquitectura.

Seguí bajando y llegué sorprendentemente rápido al Hospital de Sant Pau. Como no había podido comprar pilas, seguiré debiéndoles las fotos. Allí podía doblar por la diagonal que lleva a la Sagrada Familia, pero decidí seguir hacia abajo, hacia la Torre Agbar o Torre de Agua (Agbar es la empresa encargada de la distribución de aguas en Barcelona). Es una construcción de forma fálica que supuestamente representa un géiser, y cuyo color cambia ligeramente según el sol. Alguna noche de estas iré para fotografiarla cuando está iluminada, por lo que vi vale la pena.

Llegué entonces a dicha torre, y aunque estaba la estación de metro de Glòries allí (llevaba un tiempo sin ver ninguna), ya que nunca había estado en esta zona seguí caminando. Vi pasar el tranvía y decidí seguir sus vías para subirme a él.

Bajé por la avenida Diagonal. Cuando planificaron el Ensanche (Eixample), que es una zona cuadriculada de la ciudad, se dieron cuenta de que para agilizar el tránsito se necesitaban diagonales. Además de Paral·lel y Meridiana crearon la avenida Diagonal, que tiene un ángulo raro y atraviesa toda la ciudad.

Junto a esta avenida se encuentra el centro comercial Glòries, cuyos comercios estaban casi todos cerrados. Sólo trabajaban los juegos para niños y los cafés. Dicho sea de paso, este centro comercial también es a cielo descubierto, aunque el Heron City me gusta más, porque en el Glòries priman los ángulos rectos y el suelo, blanco y gris, no me gusta mucho. El terracota de sus paredes lo mejora bastante, de todas maneras. Bueno, la cuestión es que vi un Starbucks, y como nunca había ido a ninguno, entré y acepté la recomendación del dependiente (café, nata - crema en Argentina -, chocolate y jarabe de chocolate). Me gustó.

Seguí bajando por Diagonal y finalmente encontré una parada de tranvía. Con el mismo ticket se puede combinar, durante una hora y cuarto, entre tranvías, autobuses, metro, ferrocarriles de la Generalitat, trenes de cercanías y funiculares, con la condición de que no se pase el ticket dos veces seguidas por el mismo medio de transporte (si uno entra al metro, sale y vuelve a entrar, te cobran dos viajes). Como nunca me había subido a un tranvía, decidí pasarme un par de paradas para que el viaje fuera más largo y terminar el regreso en metro. Al subirme sentí esa ansiedad de quien sabe que está a punto de humillarse a sí mismo en público (en los colectivos de Buenos Aires siempre lo hago: se me caen las monedas, me olvido de decirle al chofer cuántas zonas quiero, me olvido el boleto y me llaman...). Por suerte, la máquina para validar el ticket está bien visible, y sólo cinco personas se dieron cuenta de que era mi primer tranvía. El viaje está muy bueno, aunque seguramente hubiera sido mejor hacerlo de día. Los catalanes saben de su potencial turístico, y en los vagones abundan las ventanas.

Una foto del tranvía en Diagonal, ajena y diurna:


Regresé al piso. La cámara de fotos, todavía sin pilas, agradeció el paseo. Luego salí a cenar afuera con Mai, y se terminó el domingo.