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domingo, diciembre 19, 2010

Jardines de Artigas

Después de visitar las fuentes del Llobregat, fuimos a conocer una obra poco conocida de Antoni Gaudí, el arquitecto de la Sagrada Familia y el Parc Güell. Llegamos al pueblo de La Pobla de Lillet, unos 100 kms. al norte de Barcelona.

Paseamos delante de un cine que había conocido épocas mejores. Podía imaginarme a la gente, vestida con sus mejores ropas, cruzando de noche el puente sobre el río, ansiosa de poder ser, por un rato, voyeurs impunes de una vida en blanco y negro.


Después de comer decidimos ir en coche hasta los Jardines de Artigas, la obra que nos había traído al pueblo. Un cartel indicaba una dirección improbable; después de pedir consejo entré en un largo pasadizo, cruzando los dedos para que no viniera ningún auto de frente que me hiciera retroceder. Por supuesto, esto no hacía más que empezar.

Resulta ser que Güell, el principal mecenas de Gaudí, era dueño de la principal fábrica de cemento española, ubicada cerca de las fuentes del Llobregat. Le pidió, entonces, al amigo Antoni que construyera una casa para los mineros. Mientras éste hacía sus cosas, se alojaba en casa de un empresario textil llamado Artigas. Cuando Gaudí se fue, como gesto de gratitud, le diseñó unos jardines.

Ahora que ya están los protagonistas, resulta que Güell tenía incluso un funicular y un tren propio para trasladar los materiales. Ese tren, que hoy día hace recorridos turísticos, pasaba por delante de la propiedad de Artigas.

En conclusión, de pronto me encontré con el coche en una especie de plaza atravesada por una vía de tren. No parecía haber más salida que el pasaje por el que había venido. Entonces, desde un balcón, un vecino gritó algo. "¡Por las vías, por las vías!" Así que, como en una de esas pelis de persecución, me metí con el coche por las vías, sin salida a los costados en caso de que viniera el tren. Conduje lo más rápido posible, sabiendo que así reducía las posibilidades de encontrármelo en el camino. Fueron unos minutos larguísimos, tal vez cinco, tal vez diez, y al final encontré un rellano donde dejar el coche al costado.

Esta es la calle donde conviven el tren turístico (que pasa cada media hora) y coches en ambas direcciones (que pasan cuando quieren). Que la perspectiva no engañe: tiene unos tres metros de ancho en total.


Aliviado por no haber encontrado nada en el camino, dejé el coche y bajamos a los jardines.

Este es el puente sobre el Llobregat, que los atraviesa por la mitad.


Aunque estábamos cerca del nacimiento del río, ya bajaba caudaloso.


Fotos desde el puente. Los arcos eran idénticos a los del Parc Güell:



La baranda, con el detalle de las estrías, fue el detalle que más me gustó del lugar:


La pareja "cabeza pinchuda" custodiaba un segundo puente:



Una belleza local, sentada en la mesa de picnic familiar:




Puente para subir desde el río:



A Gaudí le gustaba inspirarse en formas de la naturaleza para sus esculturas. La Sagrada Familia, por ejemplo, está llena de formas geométricas basadas en flores y frutos extraños.




Esta explanada parecía una guarnición de armas para una guerra que nunca existió:



El puente, un hit. Quiero uno de esos para mi jardín. Quiero un jardín.



En otra época, Gaudí posiblemente hubiera hecho este águila de azulejos. Pero era 1905:


El agua de la fuente estaba un poco saladita, pero con 37 grados era la mejor alternativa:


Lástima que el río fuera de deshielo, que si no me metía.


Esta era la salida de una cueva / mirador, construida en medio de un acantilado.


Esta construcción enorme debía ser la casa de Artigas.



Antes de irnos, dimos una vuelta por la otra ribera del río.





Parece natural, pero tampoco lo es:



Esta fuente es increíble. Con su musgo y decenas de caídas de agua, me hipnotizó durante unos minutos. También quiero una de estas, para mi jardín inexistente.


La misma fuente, desde otro ángulo. Mi camarita hace cosas raras con la luz. Creo que quiere que la cambie.




Antes de irme, di un paseo por el río.



Al salir, me encontré con el tren de frente:


Como ya sabía que tenía unos minutos para escapar, y que como mucho el tren me alcanzaría por la espalda, salí con más tranquilidad. Atravesé la plaza y seguí por las vías otros 5 kilómetros, estos con casas a los costados y algún que otro hueco para que los vecinos estacionaran sus coches. Llegamos a la carretera y volvimos a Barcelona.

En resumen, creo que los jardines de Artigas tienen muy poco que envidiarle al Parc Güell, salvo su ubicación tan accesible (en el medio de Barcelona) y sus dimensiones. Pero los jardines de Artigas, por su parte, juegan mucho con el río que los atraviesa por el medio, no tienen casi visitantes, y hay algunas ideas y detalles que no están presentes en el otro. Para quien le guste el modernismo, me parece que es una visita obligatoria, y para el que no, aún así lo recomiendo como uno de los sitios más interesantes del norte de la provincia.

lunes, noviembre 29, 2010

Fonts del Llobregat

Después de Andorra, mientras regresábamos de los Pirineos a Barcelona, decidimos hacer el camino largo, evitando el que creo que es el túnel más largo de España (el del Cadí, 5,6 kilómetros bajo la montaña), y pasar por un par de sitios que nos parecían interesantes: el nacimiento del Llobregat y los Jardines de Artigas. Este post trata sobre el primero.

El Llobregat es uno de esos ríos que vayas donde vayas hay que atravesarlo. En ocasiones hasta más de una vez. Nace en los Pirineos, zigzaguea por media Cataluña y desemboca en el Mediterráneo, un par de kilómetros al sur de la ciudad de Barcelona. En las orillas de este río se asentaron en su momento muchas fábricas, sobre todo textiles, que conformaron la revolución industrial catalana, que aunque fue temprana a nivel español, a mí me parece tardía a nivel europeo.

Conduje entonces, si no me equivoco, por la Collada de Tosas, una carretera complicada, con muchas curvas, ideal para ir en moto pero no tanto en coche. Aquí dejo un par de fotos del camino, que en general era muy verde, aunque estas fotos desde lo más alto no lo demuestren:





Llegamos entonces a Castellar de n'Hug. Dejamos el coche en el pueblo y comenzamos a bajar escalones y más escalones. En realidad se había un parking junto a nuestro destino, pero no lo sabíamos. Con 37 grados y a mediodía, subir cientos de escalones de regreso fue toda una experiencia.

Como el Ebro, el Llobregat nace de dentro de una montaña, con unas cascadas que vale la pena conocer:


El agua estaba helada, así que no me metí, aunque con el calor y la sed daban ganas.




Compramos agua para prepararnos para nuestro regreso, y casi gateando logramos subir toda la montaña y recuperar el coche. Nuestro siguiente destino fueron los Jardines de Artigas, diseñados por un tal Antoni Gaudí, arquitecto también del Parc Güell y de la Sagrada Familia.

domingo, noviembre 28, 2010

Andorra la Vella

El año pasado pasé un fin de semana en los Pirineos catalanes, y aproveché para ir a conocer Andorra, uno de los países más pequeños de Europa.

La entrada al país estaba saturada de coches, así que estuvimos más de una hora circulando a paso de hombre. Andorra es un país donde los productos no tienen impuestos, y tiene fama de ser muy barato. Aunque la diferencia dicen que era más notable en los tiempos de la peseta, aún ahora, con el euro, hay algunas cosas más baratas (tabaco, alcohol, perfumes, óptica, pequeña electrónica). Hay también muchos comercios de artículos de lujo (joyas, Ferraris, etc.).

Buscamos un lugar donde dejar el coche (pago, por supuesto) y salimos a dar una vuelta por la ciudad de Escaldes, encerrada entre montañas.


El río bajaba fuerte, estábamos en época de deshielo, supongo.


Alguna que otra casa antigua. En Andorra se habla el catalán, aunque también recibe muchos visitantes franceses.


Parece ser que en verano Andorra está llena de portugueses que ganan más dinero aquí que en su país. En invierno, Andorra vive mucho más, por tener uno de los centros de spa y aguas termales de Cataluña, y por el esquí. Es la época en la que, dicen, llegan muchísimos monitores de esquí argentinos, que van siguiendo el invierno y hacen la temporada en la zona.



Más fotos del río. Era fotografiar eso, o comercios. Prefiero el agua.




Una plaza en la calle más comercial de Escaldes, una de las ciudades de Andorra.


Una escultura enorme junto al río:


Al final no saqué ninguna foto de la calle comercial. Hay que imaginarla como una serie de negocios de diferentes escalas, desde un lugar pequeño de artículos japoneses hasta centros comerciales muy grandes. Como no me considero consumista, no me interesó mucho, pero al que le guste comprar le recomiendo ponerse un límite antes de visitar la ciudad.

Después de gastar algunos euros en tabaco, MP3 y algún perfume, volvimos a Llívia. A la salida nos revisaron el maletero (baúl), aunque lo único que les interesaba era contar cuántos cartones de cigarrillos llevábamos, o hacer un poco de teatro para que Europa no los ponga en la lista negra de países dedicados al contrabando y a ser un paraíso fiscal.