Montserrat
Hace ya un tiempo, el 15 de marzo del año pasado, fuimos a visitar la montaña de Montserrat. Hacía un buen día, ya primaveral, ideal para caminar entre estas extrañas formaciones rocosas.
Mientras nos acercábamos en coche, saqué esta foto de la cima, que no hace justicia a sus dimensiones, pero explica bastante bien por qué la montaña se llama Monte Serrado en catalán.
Situada a 50 kms. de Barcelona, Montserrat es sin duda la montaña más rara de toda Cataluña. En coche hay dos caminos posibles. Decidimos entrar por el oeste, y tuvimos suerte, ya que después nos dimos cuenta que por el otro lado había cola de coches. Eso sí, tuvimos un poco de carretera de montaña.
Dejamos el coche y entramos caminando a la zona del monasterio. Sí, una montaña tan extraña no podía carecer de su propia iglesia, justificada con una leyenda muy conveniente. Al parecer, un sábado por la tarde del 880 aparecieron en el cielo unas luces raras, y al ir a ver dentro de una cueva, se encontraron con una imagen de la virgen. Quisieron llevársela a un lugar más práctico, pero la roca, milagrosamente, se hizo pesadísima, y el obispo dijo algo así como "¿que no te quieres mover? Pues aquí te quedas. Pero te construiremos alrededor un monasterio para que no te escapes". Ahora, una noticia buena y una mala. La buena es que pudieron construirlo. La mala es que la imagen no aparece por ninguna parte.
Estas columnas me hicieron recordar al parque Güell:
Seguimos caminando por la calle principal de este pequeño pueblo, situado dentro de la montaña, a gran altura.
Desde el mirador se ve parte del camino. Hay quien sube esta montaña de 1236 metros de altura caminando.
Un tren llega hasta aquí, y desde la estación parten unos trenes cremallera hacia la cima.
Y aquí, junto a un monasterio benedictino, encontramos representado el Nervio de la Libertad. Suerte que tenemos a la Iglesia para liberarnos, que si no...
Qué sensación de libertad, paz, hermandad y alegría que me da el obispo cadáver...
Comimos unos sandwiches al sol, y entramos al monasterio / santuario.
En el centro de la foto, en la primera planta, donde se ve la luz, se encuentra la estatua de la virgen de Monserrat. Al menos un centenar de personas hacían cola para pasar frente a ella y tocarla o besarla. Es la virgen más famosa de Cataluña, y se la llama la moreneta (morenita) por su color. En realidad, no es que fuera negra en su origen, sino que el barniz se oscureció después de 8 siglos de manoseo.
Aunque hacía mucho calor, comenzamos a subir un camino de montaña. Esta es la vista desde el primer mirador:
El recorrido se hacía empinado por momentos.
Tal vez sea esta la famosa imagen de la Virgen que vieron hace tantos siglos. O el espíritu santo:
Según parece, esta montaña debe sus formas tan raras a que, hace mucho, todo esto estaba bajo las aguas de un río que fue depositando sedimentos. Cuando ascendieron los Pirineos, el antiguo lecho de río también ascendió, hasta convertirse en Montserrat.
Cuando se nos acabó el agua, decidimos volver, casi deshidratados, al monasterio. Fuimos caminando hasta la estación del tren, con la intención de subir a una de las cimas.
Las formaciones situadas justo detrás de los edificios son impresionantes:
Yo veo, sobre la izquierda, una especie de momia apoyada en la pared. ¿Estoy loco?
Llegamos a una de las cimas, pero el último tren para descender salía en 20 minutos, así que no teníamos mucho tiempo para caminar. El viento, allí arriba, era considerable. Perdidos entre la montaña se podía ver a algunos aventureros.
Aquí se ve uno de los senderos, al parecer más fácil que el que habíamos hecho unas horas antes:
La estación del tren cremallera, en el final de su recorrido:
La vasta y boscosa Cataluña:
Allí abajo, un pueblo tras otro:
Ya se hacía tarde, así que volvimos hasta el coche. En el camino, una escultura:
Adiós, Montserrat. Ya nos veremos desde la autopista, al menos una vez al mes, mejor en verano, porque en invierno siempre hay una nube en tu cima.
Y así termina mi visita de un día a Montserrat. Es un sitio espectacular, ideal para largas caminatas, para escalar, o simplemente para pasar un domingo por la tarde al sol.