De paseo
El sábado 9 me fui a dar una vuelta por la provincia de Barcelona con Mai. Una semana antes ella había ido a pasar el fin de semana a un retiro para escribir sin distracciones el guión de un corto de cine, y una mañana de niebla descubrió una silla y le hizo varias fotos para enviarlas a un concurso de fotografía. Pero como su cámara no era profesional, quería ir nuevamente con una cámara mejor. Así que el plan era que yo la acompañaría hasta ese retiro, bastante alejado de Barcelona, sacaríamos las fotos por la madrugada y luego nos daríamos una vuelta por los pueblos y bosques cercanos.
Aunque el plan era levantarnos a las 6, recién salimos a las 8 y fuimos en su coche siguiendo el río Llobregat hacia arriba. Este es el mapa de la zona que recorrimos, aunque el trayecto no está marcado y no aparecen los caminos secundarios por los que fuimos casi todo el día:
Bajamos en Artés a desayunar. El frío que hacía, a esa hora y en una zona montañosa, era increíble (aunque yo no estaba muy abrigado). El frío tardó en llegar este año, de hecho lo normal es que todos los centros de esquí tengan nieve a esta altura de diciembre, y sin embargo todavía ninguno tiene. Es por este frío que no hay fotos de este pueblo (ni de muchos otros), se estaba tan bien en el coche...
Seguimos hasta Avinyó, que por cierto tiene una catedral muy bonita. En algún punto del recorrido saqué esta foto de un campo helado:
Llegamos entonces al retiro, que no sé en dónde quedaba. No había niebla, así que Mai no pudo sacar la foto que buscaba. La silla en cuestión no era una silla destartalada común, sino que nos enteramos que formaba parte de una serie de esculturas en metal que nadie movía desde hacía años. Aquí va una foto de la silla; el campo arado de la izquierda estaba hecho un barrial pero de todas maneras nos metimos por él para sacar varias fotos de la silla y los árboles.
Estas son algunas fotos de la casa del retiro:
Salimos de allí y nos internamos en caminos de montaña, asfaltados como todo aquí, y sin nada de tráfico. Yendo por estos caminos secundarios descubrí que Cataluña está llena de bosques intactos, y también hay trechos por donde el camino de cornisa bordea zonas demasiado áridas o escarpadas como para que haya vegetación. En algunos lugares la montaña había sido dinamitada para que pasara la carretera, y la tierra que se veía a los costados era casi siempre roja. Los bosques, por su parte, son bastante diferentes entre sí, sobre todo en lo que a colores se refiere, y priman el verde, el amarillo y el rojo.
Encontramos una zona donde aún no había dado el sol, y los hierbajos estaban congelados (aunque ya se veía el vapor que ascendía, no seguirían mucho rato así). Aquí nos bajamos para sacar algunas fotos:
A un costado del camino encontramos una casona antigua con un lago propio. Parece que sobran los lugares como éste en Cataluña, porque su interior había sido vaciado para que sirviera de galpón de maquinaria. Nos metimos en ella para sacar algunas fotos, las primeras desde un balcón de la planta alta.
En esta foto, también desde el balcón, se ve algo común en Cataluña. Aquellos terrenos que tienen una inclinación menor a algo así como 15 grados están todos cultivados. En cuanto el terreno supera esa inclinación están los bosques vírgenes:
Este es el interior del galpón con lago:
Desde afuera:
De allí nos apartamos de la dirección en la que íbamos para visitar Balsareny. Mai había estado filmando el pueblo hacía un par de meses, así que conocía a la cuidadora del castillo y quería visitarla. Así que luego de tomar un segundo desayuno en el pueblo subimos hasta un monte muy alto y desligado de otros montes, en cuya cima se encuentra el castillo.
No hay muchas fotos porque Mai prefirió que yo escuchara la explicación de la cuidadora mientras ella fotografiaba con su cámara. Como todavía no tiene el cable para descargarlas, subiré por ahora sólo las fotos que yo saqué.
La planta baja del castillo es del siglo X, mientras que la planta alta es del XIV. Tiene un patio central, que está hueco por debajo y funciona de cisterna. Cuatro columnas del patio están huecas y permitían acumular agua de lluvia en esa cavidad subterránea. En el centro del patio hay un aljibe para extraerla.
Recorrimos todas las habitaciones del castillo, aunque no pudimos subir hasta las flecheras (esas "ranuras" que fotografié en Girona). La sala que sigue cumplió varias funciones (establo, habitaciones, guarnición) hasta llegar a ser el lugar donde los niños pisaban la uva.
Al costado del castillo se encuentra una ermita del siglo XVII, usada como tumba funeraria por el dueño fallecido en 1976 y por otro anterior. En 1991, creo, sufrió un incendio debido a las velas que encendían los vecinos en el altar, así que ahora hay un cartel que prohíbe esto. Las piedras del interior están todas tiznadas, y aunque la cuidadora explicó que no tenían fondos para limpiarlas, para mí estaban mejor así (vale aclarar que toda la visita es gratuita, no estaba pidiendo nada). Este es el exterior de la ermita, con la puerta nueva (la anterior, en un lateral, se encuentra prolijamente tapiada).
Desde un alto en el camino de descenso saqué esta foto del castillo:
Y del pueblo de Balsareny, mucho más abajo:
Desde allí nos fuimos a una fábrica textil de principios del siglo XIX. Hay varias en el pueblo (y en todo el cauce del río Llobregat). Frente a la fábrica se alza esta otra ermita:
Aquí se ve lo que era la fábrica textil, con su chimenea típica:
En esa época se construían viviendas para los trabajadores de las textiles, contiguas a la fábrica. Las de esta fábrica en particular están siendo alteradas para convertirlas en pisos (departamentos) nuevos. El acceso está prohibido, pero nos colamos y nos metimos en los edificios, semiderruidos en su interior.
Aquí hay una cocina de época que aún no ha sido quitada. Como curiosidad, todas las habitaciones tenían lavamanos propio.
Mai se puso desde afuera a fotografiar a unos albañiles que estaban trabajando en el edificio contiguo, que previsiblemente la vieron y nos echaron amablemente.
Desde allí nos fuimos a almorzar a, si no me equivoco, Prats de Lluçanès, donde nos sirvieron unos bocadillos enormes. Seguimos viaje pasando por Olost y por unos bosques espectaculares (aunque el camino, sin banquinas ni miradores, hacía imposible detenerse). En una parte pasamos a través de una arcada inmensa que para mí sólo se justificaba si se hacía pasar al tren por lo alto, pero resultó ser simplemente el camino de acceso a una mansión de alguien muy rico.
Otro detalle que me llamó la atención son los conductos que pasan por debajo de la carretera para que fluya el agua de deshielo. Debido a que el caudal de agua es mínimo, no se los puede considerar puentes. Espero que quien haya viajado por caminos de montaña me entienda de qué hablo. En Argentina es simplemente cemento con un orificio que lo atraviesa. Aquí absolutamente todos están hechos con piedras, o al menos las tienen en la cara exterior, y queda mucho mejor.
Cuando llegamos a Vic, una de las ciudades más grandes de Cataluña, el contraste no pudo ser más fuerte. De los bosques y las carreteras solitarias pasamos a encontrarnos, en instantes, en una rotonda congestionada de autos y rodeada de edificaciones contemporáneas. Muchos turistas de todas partes estaban en la ciudad por el fin de semana largo (5 días). Leímos en un cartel que había un Mercado Medieval, y mientras buscábamos estacionamiento nos encontramos frente a frente con una 4x4 que no quiso retroceder. El conductor tuvo la pésima idea de mostrar desde lejos su placa de policía nacional gallego, así que de ahí nos fuimos a denunciarlo por abuso de poder. Esta es una foto desde la esquina de una comisaría:
Ya era casi de noche, así que no fuimos al Casco Antiguo, que por las fotos que vi parece que vale la pena, y nos volvimos por autopista a Barcelona. Lo que habían sido horas de conducir por caminos de montaña lo deshicimos en sólo una media hora. De más está decir que el viaje estuvo espectacular...
1 comentario:
muy bueno lo tuyo,,, : )
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