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miércoles, abril 29, 2009

Empúries y Empuriabrava

Al día siguiente salimos temprano hacia Empuriabrava y Empúries, dos lugares muy interesantes y particulares.

Llegamos primero a Empuriabrava, donde pasamos unos minutos en la playa. Aunque hacía calor, también hacía muchísimo viento, así que saqué una foto de una dársena del puerto y me refugié en el coche.


Resulta ser que Ampuria Brava (Empuriabrava en catalán) es una ciudad llena de canales, con 23 kilómetros de recorrido, por lo cual se la considera la marina interior más grande del mundo.


La mayoría de las casas y pisos pertenecen a alemanes y otros nórdicos con muchísimo dinero, que en su momento se adueñaron de toda la ciudad y construyeron casas y edificios de lujo. De hecho, en los bares y restaurantes el idioma oficial parece ser el inglés.


No es posible caminar por el costado de la mayoría de los canales, ya que las casas los tienen como patio, así que fuimos a dar una vuelta por las calles más próximas. Abundan las torres cilíndricas como esta:


Desde algunos puntos se podían atisbar los canales, con las lanchas para ir a visitar a los amigos.


Más torres. Me imagino que la mayor parte de estas casas son sólo para veraneo. La más barata vale, por lo menos, unos 300.000 euros


Hay una zona turística, donde uno puede hacer paseos por los canales, viendo los patios de las casas. Esta zona es de lo más kitsch que he visto en mi vida. Parecía una torta (pastel) de cumpleaños de niña.



¿Qué hago hoy? ¿Me meto en la piscina o me voy en el yate hasta alguna cala cercana?


Algunos se van en lancha a comer al restaurante de la esquina:


La casa de la esquina fue la que más me impresionó. Si fuera mía, creo que haría una fiesta toda las noches. Pero no había nadie, ni siquiera estaban haciendo un asadito (sí, ya me estaba entrando hambre). No me atrevo a imaginar cuánto puede costar esta casita de veraneo.


Esta casa también tenía el aspecto de ser muy cara, aunque la arquitectura con volúmenes no termina de convencerme.


Gente paseando:


Después de comer salimos hacia la cercana Ampurias (Empúries en catalán), que es la colonia griega más antigua de España, y seguramente tiene unas de las ruinas más extensas. Ampurias fue fundada en el 575 a.C. por los foceos, y su nombre podría provenir de "Imperio" o de "Al comercio". De hecho, en su inicio era un punto orientado al comercio con los habitantes de la zona.


La antigua colonia griega tuvo un crecimiento muy rápido, que además se aceleró con la llegada de refugiados después de la guerra con los cartagineses.


Muy cerca, el Mediterráneo. En la antigüedad, esta ciudad se encontraba en una isla ubicada en la desembocadura de un rio, pero los sedimentos la han unido al continente.


Para el siglo V a.C., la ciudad era la mayor colonia griega de toda España, debido en parte a su posición estratégica. Sus monedas han sido encontradas en lugares muy remotos.


Durante la segunda Guerra Púnica, Ampurias se declaró aliada de Roma. Pronto llegó un ejército romano, que se asentó junto a la ciudad, y cuyo objetivo era cortarle los suministros a Aníbal. Ambas partes se encontraban separadas por una muralla, y esa división persiste hoy día en las ruinas, que tienen una zona griega y una zona romana.


Augusto les dio la ciudadanía romana a los griegos de la ciudad, pero Ampurias pronto perdió la independencia, ya que en el conflicto entre Pompeyo y Julio César la ciudad tomó partido por el primero, que resultó vencido.


Cerca se encontraba el museo y un bosquecito muy cuidado:


Termino con la historia de la ciudad. Después de que Roma conquistara toda Iberia, en el I d.C., Ampurias se fue quedando atrás frente a Tarraco (Tarragona, convertida en capital) y Barcino (Barcelona). En el siglo III la población griega se mudó a un sitio cercano mejor fortificado, y su área se convirtió en un cementerio. La población romana pervivió hasta una invasión normanda del siglo IX, y aunque Ampurias sería brevemente una capital de Carlomagno, una invasión árabe la destruyó en el 935, y su población se trasladó a Castelló de Empúries, un pueblo medieval cercano del cual no tengo fotos.


Esta era la entrada del museo:


Las ruinas eran realmente muy extensas.





En los campos cercanos se estaban realizando nuevas excavaciones:


Dentro de las ruinas había algunos jardines, posiblemente ubicados sobre los originales:



Un par de fotos más...



Salimos de las ruinas, atravesando un bosquecito de pinos, y aparecimos en una playa de médanos y muchas olas:



Esto no es una escollera normal, sino restos de una muralla muy antigua que seguramente servía como dique para el puerto.


Los médanos no son nada habituales en Cataluña, así que me sorprendió encontrarlos:


¡Había olas! Tenía muchas ganas de meterme, pero no tenían mucha fuerza y además el viento seguía soplando con ganas.



Hacia el sur se veía Roses:



Después de esto, comenzamos el regreso hacia Barcelona.

En resumen, recomiendo visitar estos dos lugares. Aunque Empuriabrava tiene tanto lujo que parece artificial, y lamentablemente no se puede caminar por el borde de los canales, aún así está muy bien pasear por sus calles en verano, y ciertamente es un lugar muy particular. Empúries, por su parte, es impresionante, por su ubicación y sobre todo por su extensión, yo no esperaba encontrarme algo tan grande después de ver Tarragona. Además, hay ruinas de íberos, griegos y romanos por toda la región. Aviso que no hay muchos medios de transporte (por su relieve, toda la costa de la provincia de Girona es bastante inaccesible), así que hay que ir con mucho tiempo o en coche. Pero bien que vale la pena.

Con estos dos lugares terminó el paseo de fin de semana por la costa norte de Girona. Unos días más tarde iríamos a Cerdeña, una isla italiana que se parece mucho, mucho, a mi idea de paraíso.

Para los que han resistido hasta el final del post, como castigo les dejo una foto que me hicieron por sorpresa.

martes, abril 14, 2009

Port Lligat, Cap de Creus, Roses

Al día siguiente fuimos a Portlligat (puerto atado), un conjunto de casas, una cala y un puerto, muy próximos al Cap de Creus.


En el centro de la foto, la casa donde vivía Salvador Dalí, hoy Casa Museo.


Me fascinan los tractores anfibios. Si tan sólo flotara, se le podría poner un remolque y navegar hasta América.


También les gusta navegar sobre refrigeradores.


¿Dije que me gustan las casas abandonadas?


Creo que esta era la Casa-Museo de Dalí:


No entramos al museo, y seguimos en coche hasta el Cap de Creus, el punto más oriental de la Península Ibérica.



Hay un faro allí mismo, pero tampoco entramos.



Mucho más abajo había unas calas espectaculares, a una media hora de caminata de descenso.




El restaurante de la cima:


Algunos valientes, que olvidaban que después de bajar tendrían que volver a subir. Como contraste, había gente que llegaba cómodamente en yate.



Algunas piedras raras, en las que también Dalí decía que se inspiraba. Durante su infancia, a este sitio se llegaba en burro y con mucho esfuerzo.


Ahora ya no.


Algunas piedras raras, fotografiadas desde el coche.



La carretera de entrada a Cadaquès seguía igual que el día anterior, pero esta vez nosotros éramos los afortunados que salíamos, en vez de entrar por ella.


Un rato más tarde llegamos a Roses, una ciudad costera situada en una bahía un poco más al sur. Hacía un poco de frío y viento, y un poco más tarde llovería.

Lo primero que me llamó la atención fue este monte, que me recordó a los morros de Brasil:



Paseamos por la Ciudadela, construida en el siglo XVI, debido a la importancia estratégica de la zona. Napoleón la dejó inutilizable cuando invadió España.



En la playa se hacían esculturas en la arena. Esta es una, pequeña pero con bastante detalle:


En el sector bizarro, un hombre frenó su coche en esta esquina, bajó y se puso a alimentar a los gatos.


Para aquellos que quieran visitar la zona, diré que el Cap de Creus me gustó mucho, y sus calas estaban muy tentadoras. Roses no me gustó tanto, está muy orientada a cierto turismo masivo de poco presupuesto. Tiene algunas calles por las que no se puede casi caminar por la cantidad de baratijas que cuelgan afuera de las tiendas, tiene ciertas partes del paseo costero semiabandonadas, y su centro turístico tiene cierto espíritu "kitsch a lo chino". Por elemplo, su iglesia principal, un tanto amorfa, está iluminada por unos inverosímiles neones de verdulería. La calle de los restaurantes, muy agradable, es sin embargo una copia de calles similares de Bélgica u Holanda. Por su parte, el hotel, además de caro, incluía una demostración gratuita de la eterna lucha entre el palo de la escoba y la mujer de la limpieza, la cual, mostrando su superioridad, lo arrojaba una y otra vez al suelo, desde las 7 a las 10 de la mañana. Todo esto, sumado a los trabucaires que arrojaban petardos "rompeportones" a plena mañana, me convenció de que no me agradaría veranear en esta ciudad.

En resumen, Roses me dio un poco de lástima, porque es una ciudad con mucha historia, y su bahía, con su playa extensa y tranquila, daba para mucho más.

Al día siguiente fuimos a Empúries, la primera ciudad griega de la península, y a Empuriabrava, una ciudad hecha de canales, con la marina interior más grande del mundo, y unas casas de un lujo increíble. Pero de eso hablaré en otro post...