Google
 
Web En este blog

martes, abril 14, 2009

Port Lligat, Cap de Creus, Roses

Al día siguiente fuimos a Portlligat (puerto atado), un conjunto de casas, una cala y un puerto, muy próximos al Cap de Creus.


En el centro de la foto, la casa donde vivía Salvador Dalí, hoy Casa Museo.


Me fascinan los tractores anfibios. Si tan sólo flotara, se le podría poner un remolque y navegar hasta América.


También les gusta navegar sobre refrigeradores.


¿Dije que me gustan las casas abandonadas?


Creo que esta era la Casa-Museo de Dalí:


No entramos al museo, y seguimos en coche hasta el Cap de Creus, el punto más oriental de la Península Ibérica.



Hay un faro allí mismo, pero tampoco entramos.



Mucho más abajo había unas calas espectaculares, a una media hora de caminata de descenso.




El restaurante de la cima:


Algunos valientes, que olvidaban que después de bajar tendrían que volver a subir. Como contraste, había gente que llegaba cómodamente en yate.



Algunas piedras raras, en las que también Dalí decía que se inspiraba. Durante su infancia, a este sitio se llegaba en burro y con mucho esfuerzo.


Ahora ya no.


Algunas piedras raras, fotografiadas desde el coche.



La carretera de entrada a Cadaquès seguía igual que el día anterior, pero esta vez nosotros éramos los afortunados que salíamos, en vez de entrar por ella.


Un rato más tarde llegamos a Roses, una ciudad costera situada en una bahía un poco más al sur. Hacía un poco de frío y viento, y un poco más tarde llovería.

Lo primero que me llamó la atención fue este monte, que me recordó a los morros de Brasil:



Paseamos por la Ciudadela, construida en el siglo XVI, debido a la importancia estratégica de la zona. Napoleón la dejó inutilizable cuando invadió España.



En la playa se hacían esculturas en la arena. Esta es una, pequeña pero con bastante detalle:


En el sector bizarro, un hombre frenó su coche en esta esquina, bajó y se puso a alimentar a los gatos.


Para aquellos que quieran visitar la zona, diré que el Cap de Creus me gustó mucho, y sus calas estaban muy tentadoras. Roses no me gustó tanto, está muy orientada a cierto turismo masivo de poco presupuesto. Tiene algunas calles por las que no se puede casi caminar por la cantidad de baratijas que cuelgan afuera de las tiendas, tiene ciertas partes del paseo costero semiabandonadas, y su centro turístico tiene cierto espíritu "kitsch a lo chino". Por elemplo, su iglesia principal, un tanto amorfa, está iluminada por unos inverosímiles neones de verdulería. La calle de los restaurantes, muy agradable, es sin embargo una copia de calles similares de Bélgica u Holanda. Por su parte, el hotel, además de caro, incluía una demostración gratuita de la eterna lucha entre el palo de la escoba y la mujer de la limpieza, la cual, mostrando su superioridad, lo arrojaba una y otra vez al suelo, desde las 7 a las 10 de la mañana. Todo esto, sumado a los trabucaires que arrojaban petardos "rompeportones" a plena mañana, me convenció de que no me agradaría veranear en esta ciudad.

En resumen, Roses me dio un poco de lástima, porque es una ciudad con mucha historia, y su bahía, con su playa extensa y tranquila, daba para mucho más.

Al día siguiente fuimos a Empúries, la primera ciudad griega de la península, y a Empuriabrava, una ciudad hecha de canales, con la marina interior más grande del mundo, y unas casas de un lujo increíble. Pero de eso hablaré en otro post...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy imapciente por ver Empúries, mi otro lugar pendiente.
Nelly

Anónimo dijo...

Ole, ole! Hace cuatro años que vivo en Roses y usted en unas frases ha descrito perfectamente la situacion y el desperdicio de esta zona.