Google
 
Web En este blog

viernes, febrero 22, 2008

Lisboa (1)

En diciembre aproveché el puente de la virgen para ir con mi novia 4 días a Lisboa. La idea original era Florencia, pero los precios de los vuelos nos persuadieron de lo interesante que sería conocer Portugal. Así que aterrizamos el 7 de diciembre a mediodía en la capital lusitana. Lo primero que me llamó la atención es que, pese a estar ubicada cerca del Atlántico, la temperatura de la ciudad era como mínimo de 5 grados más que en Barcelona, donde el otoño ya parecía invierno.

Nos perdimos un poco para encontrar el hotel, un 4 estrellas bastante barato pero sin piscina. Y yo que me había ido preparado para nadar... De todas maneras, la habitación era un lujo.

Por la tarde salimos a ver de qué se trataba la ciudad, y bajamos caminando hacia la costa.

Lo primero que vimos fue este edificio, la Estación de Trenes de Rossio, construida en 1886, y con un estilo llamado "neo-manuelino", frecuente en Portugal:


El suelo de toda la ciudad está pavimentado de pequeños adoquines blancos. De toda la ciudad. El primer día a uno le parecen muy bonitos. El segundo día empiezan a molestar los tobillos y uno se pregunta si es realmente necesario tener tanta gente manteniéndolos. Al cuarto día uno quiere arrancarlos y romper las ventanas del ayuntamiento.


Este creo que es el Teatro Nacional:


Atravesamos la plaza de Rossio:


A la derecha se veía sobresalir una construcción muy extraña, así que fuimos hacia ella.


Se trataba del ascensor construido por un tal Ponsard, aunque normalmente se lo atribuya a Eiffel. También es metálico, y hoy día es pago y tiene una finalidad meramente turística. La noche siguiente subiríamos a él.


Todas las calles del centro estaban muy decoradas para las Navidades:


Ya era de noche cuando llegamos a la Plaza del Comercio, ubicada junto al río Tajo. Vale aclarar que Lisboa no está junto al mar, si bien está cerca, sino junto a este río muy caudaloso que le permite tener un puerto refugiado de los temporales oceánicos. Esta es la puerta de la ciudad, vista desde el río:


Cenamos en un excelente restaurante italiano, hermano menor de una cadena de restaurantes italianos donde comeríamos casi todos los días. Es que la comida portuguesa no parecía muy apetecible, con su fanatismo por el chorizo y el bacalao.

Por cierto, también nos tomamos unas cervezas por allí, y vimos que la diferencia de precios es brutal. Con respecto a España, hay lugares que cuestan más o menos la mitad que en Barcelona (claro que es un país donde se gana mucho menos). Pero entre los mismos bares de la ciudad hay una diferencia increíble: en un sitio medio litro de cerveza puede costar 50 céntimos y en otro un simple porrón puede costar 3,50. Y los dos sitios con más o menos el mismo aspecto decadente. La diferencia está en que en uno nos atendió un italiano que no hablaba ni una palabra de español o portugués (y apenas inglés), y en el otro nos atendió su dueño, que hace un tiempo vio la oportunidad de exprimir al turista porque sí, y nada ni nadie se lo ha impedido hasta ahora. Este espíritu tercermundista, según el cual es justo aprovecharse lo más posible del otro, parece estar presente en toda Lisboa.

El día siguiente salimos por la mañana camino de la costa. La idea era ir en metro, así que fuimos a la estación más cercana y compramos una tarjeta para diez viajes, un poco más cara que en Barcelona. Pronto descubrimos que no podíamos pasar dos personas con la misma tarjeta, así que tuve que comprar una tarjeta para un viaje. En total, casi 9 euros. La tarjeta de 10 viajes no sirve para autobuses o tranvía, así que ya no la volveríamos a utilizar.

Las cuatro líneas de metro están dispuestas como una 'W', así que las posibilidades de transbordo son mínimas. Esperamos pacientemente el nuestro. Como Lisboa está llena de montes, parecía una decisión más o menos sensata. Ahorraríamos tiempo y cansancio. Después de unos 10 minutos apareció el tren. Subimos, fue hasta la siguiente estación, esperó unos 5 minutos con las puertas abiertas, y fue hasta la siguiente estación. Casi todos los asientos estaban ocupados, pero algunas personas se bajaron. Después de varios minutos se asomó alguien y dijo algo tan rápidamente que no pude entenderlo. Poco después se cerraron las puertas, y el tren arrancó, pero en dirección contraria, deshaciendo el camino que había hecho. Nos bajamos en la siguiente parada (más bien la anterior), sin entender nada. La cuestión es que dos estaciones estaban cerradas por obras, así que no había transbordo posible. Todavía no entiendo por qué la gente, todos portugueses, no se había bajado en la última parada en funcionamiento: ¿vivirían en los vagones?

Ya habíamos pagado una fortuna y sólo habíamos avanzado una estación, así que me pareció que lo más lógico sería volver a esperar el metro, hacer una estación, y subir a alguno de los autobuses que seguramente nos esperarían para reemplazar el tramo faltante del metro, como es costumbre en Barcelona. Así que esperamos unos cinco minutos, avanzamos una estación, vimos cómo la gente seguía sin bajarse aunque era el final del recorrido, y salimos a la superficie. No había ni un mísero autobús esperándonos, ni gratis ni pago. En total, 45 minutos para hacer menos de 1 kilómetro.

Nos habían dejado cerca del Miradouro da Nossa Senhora do Monte, así que fuimos caminando y nos encontramos con un tranvía que parecía útil.


Después de esperar 10 minutos y pagar 1,50 cada uno, el tranvía se puso en movimiento y se detuvo a unos 200 metros de distancia. Me reí, parecía ser sólo mala suerte.


Enseguida descubrimos que el tranvía no había servido de mucho, porque la etapa más dura del ascenso estaba por delante. Después de subir al menos 200 escalones dispuestos en zigzag, llegamos a una explanada. En esta foto se ve el último de los tramos:


Desde allí se veía el Castillo de San Jorge, a la izquierda:


Me pareció curioso encontrar, en la entrada de una casa, una máquina expendedora de gasolina, que por cierto carecía de toda utilidad porque un camión estaba estacionado delante:


En Lisboa son fanáticos de los azulejos. Es muy fácil encontrar edificios parecidos a este:


Creo que este edificio enorme es una biblioteca:


Este es el Monasterio de São Vicente de Fora, llamado así porque antes quedaba fuera de las murallas de la ciudad. Fue construido por primera vez hacia 1147, aunque tuvo que ser reconstruido en el siglo XVII, por órdenes del rey Felipe II de España (que gobernaba también Portugal en esa época). El estilo de la fachada es, al parecer, manierista.


Este es el interior de la iglesia, donde están prohibidas las fotografías:




Para acceder al monasterio tuvimos que pagar, aunque valió la pena. Esta es la cisterna del monasterio, donde antiguamente se acumulaba agua de lluvia:


Dentro del monasterio hay miles de azulejos del siglo XVIII. Algunos relatan la historia del edificio, otros representan las fábulas moralistas de La Fontaine.


Este es uno de los dos patios interiores:


Aquí se ven a algunos aristócratas jugando al tenis y remontando cometas (barriletes):


Dentro del monasterio hay también un Panteón de los Reyes de Braganza. Esta es una de las tumbas.


La escultura que viene a continuación es tal vez lo que más me gustó, o al menos impactó, de todo Lisboa. Representa a una mujer llorando eternamente por la muerte de dos reyes.



Esta habitación era bonita pero no sé qué es (escaseaban los carteles):



Desde la terraza se tenía una buena vista.




Mirando hacia abajo, me llamó la atención ver cuatro tranvías juntos. Seguramente hacían el horario que les venía en gana.


Subimos unas escaleras y desde allí fotografié el interior del monasterio:




También se veía el Panteón Nacional. Se ubica sobre los restos de una iglesia destruida en 1630. La leyenda dice que se culpó (y asesinó) injustamente a un judío por su saqueo y destrucción, y que antes de su muerte éste logró maldecir el sitio. La cuestión es que su reconstrucción llevó varios siglos, hasta que fue finalmente terminado en 1966. Ahora contiene las tumbas de varios presidentes portugueses.


Volvimos a atravesar la parte más alta del monasterio para comenzar el descenso.


Salimos a la calle y nos dirigimos al barrio de Alfama. En la calle había un mercado un tanto improvisado donde se vendían cosas de segunda mano, lo bastante viejas para no ser interesantes, y no tan viejas como para ser antigüedades (cosas de los '80 y '90, como radios, cassettes, ropa, etc.). Fuimos hasta el Panteón Nacional, pero nos querían cobrar entrada y sus escaleras cada vez eran menos atrayentes, así que me limité a hacer alguna foto desde la puerta.




Salimos y empezamos a caminar por Alfama, que estaba muy tranquilo. Este barrio, muy típico, está construido sobre una mole de granito, por lo cual sobrevivió muy bien al gran terremoto de 1755. Sin embargo, la gente adinerada que vivía allí creyó que se había salvado de milagro, y decidió emigrar a otros sitios que no estuvieran sobre un monte. Entonces el barrio de llenó de gente de poco dinero, y hoy día es el sitio para escuchar fado, el género musical típico de Portugal, que es más bien triste y melancólico.



Comimos, por única vez, en un restaurante portugués, donde su dueña nos atendió muy amablemente y nos trajo un surtido de chorizos para esperar la comida, que quedó casi intacto. Después bajamos hasta el centro, y decidimos subir al Castillo de San Jorge en tranvía.

Llegamos a la parada, y había casi una manzana de cola. Era mucho, y además era obvio que no entraríamos todos en el primero que viniera, pero nos quedamos en la fila. Poco a poco íbamos avanzando, ya que los que llegaban al primer lugar se aburrían y se iban caminando. Detrás había unos españoles que habían pagado 24 euros (cada uno) por una tarjeta que les permitía viajar todo lo que quisieran durante dos días. No estaban nada conformes con su compra.

Después de 40 minutos llegamos al primer lugar de la fila, sin que hubiera pasado ni un solo tranvía. Atrás nuestro había una manzana de cola, la misma cantidad de gente que cuando nosotros llegábamos. Calculé que, entonces, llevaba al menos unos 80 minutos sin pasar. Esperamos 10 minutos más y nos sumamos a los desertores: nos fuimos caminando.

Yo ya estaba muy poco feliz. Nos habían hecho perder una hora sin más, y, por ser un viaje de fin de semana en invierno, no teníamos muchas horas de sol para conocer la ciudad. Además, nadie nos había avisado de nada (en el metro, la gente ni siquiera nos avisó, sólo un par de personas nos miraron y sonrieron burlándose de nosotros). El metro estaba mal trazado, era caro y no funcionaba. El tranvía, que en Lisboa no es sólo para turistas, ya que hay muchas líneas que atraviesan el centro, tampoco funcionaba. Los autobuses aún no los habíamos probado, pero no quedaba esperarse mucho de ellos tampoco.

El transporte público de Barcelona no es perfecto, pero al menos se nota la intención de hacer que todo funcione de la mejor manera posible. Aquí no había ni rastros de esa intención. El mensaje era claro: a la empresa que tiene el monopolio del transporte público en Lisboa (Carris) no le preocupan sus usuarios. A los políticos portugueses tampoco, así que me daba la sensación de que la democracia no era muy representativa aquí. La gente se jode, en silencio, y todo sigue igual. Aunque sólo fuera por esto, Portugal está en un mundo diferente al de Barcelona (y Amsterdam, y Bruselas). No sé si Lisboa es el tercer mundo, pero ciertamente no es el primero tampoco.

Subimos - caminando - y entramos a la Catedral.


Esta es otra callecita típica de Alfama. Abajo se ven unas vías. Dicen que hay gente que se sienta sobre ellas: es estadísticamente más probable que te caiga un avión encima que morir atropellado por un tranvía.


Dentro de la Catedral hay dos tumbas. En una yace un hombre con su perro, y en la otra punta de la habitación yace una mujer con su libro.



Dentro de la Catedral hay ruinas arqueológicas de cientos de años. Es muy interesante ver restos visigodos junto a cisternas romanas y construcciones de otros cinco períodos de la historia de Lisboa.



Me gustaron también estas pequeñas gárgolas talladas en las patas de una mesa de piedra:


El altar:


Ya caía la noche, así que aumenté el tiempo de exposición de mi camarita e intenté sacar las mejores fotos que pude:




Seguimos hacia el Castillo de San Jorge. Según la guía, cerraba a las 20 horas. Según el hombre de la puerta, cerraba 18:30. Como eran las 18:25, no nos dejaron entrar. Así que nos fuimos a tomar unas cervezas por el barrio.


Mientras bajábamos caminando hacia el centro apareció el dichoso tranvía. De hecho, aparecieron tres, uno detrás del otro. En cuanto se acercó el primero, lo aplaudí con todas mis fuerzas, ante la mirada del conductor, a quien luego señalé con el brazo extendido y le dije, prácticamente le grité: "¡Me cago en tu puta madre!". Inmediatamente me sentí mejor. Posiblemente mis amigos marplatenses me digan "pero esto acá es normal". Es que Barcelona te desacostumbra.

Fuimos hasta el ascensor, y otra vez había cola. Pero como era de noche y no había nada mejor para hacer, esperamos. El ascenso costaba casi tres euros, pero alguien consideraba innecesario acelerar el proceso poniendo a una persona para cobrar antes de subir al ascensor. Así que el ascensor se quedaba quieto mientras una chica, desde dentro, cobraba, daba el cambio, etc. Por suerte, unos catalanes nos regalaron sus entradas, parece que no habían logrado usarlas antes de tener que volver a Barcelona.

Mientras esperábamos, un ladrón pasó corriendo a través de la fila, huyendo de su víctima. Lisboa tiene fama de ser una ciudad un tanto peligrosa. No sé cuáles son las razones de esto, pero en lo que se refiere al trabajo, parece que allí la demanda de empleo supera a la oferta, y esto también se ve en los rostros de la gente que trabaja y también de la que camina por la calle, de preocupación constante, como si tuvieran que aceptar una vida desgraciada por no tener alternativas.

Mientras el ladrón se perdía entre las mesas de los restaurantes, los coches patrulla pasaban, como durante todo el fin de semana, a unos 90 kilómetros por hora por calles muy estrechas. Entonces nos enteramos que se celebraba en Lisboa la cumbre de presidentes de Europa y África, y por eso tanto alarmismo.

Subimos finalmente al ascensor. Apenas llegamos arriba nos dijeron que ya estaba cerrado, así que un empleado se nos pegó a las espaldas para que saliéramos lo antes posible. Yo ya estaba un poco decidido a devolverle la jugada a Portugal, así que hice todas las fotos que quise, sin preocuparme por sus ganas de ir a cenar temprano, y punto. De todas maneras casi todas las fotos salieron movidas, pero subo un par.

La construcción iluminada de atrás es el Castillo de San Jorge.


Creo que esta es la Plaza de Rossio:


Cenamos en otro restaurante italiano, y regresamos al hotel. No teníamos televisión por cable, al parecer por un desperfecto general que no se solucionaría durante todo el resto de nuestra permanencia. Pero yo ya tenía un enemigo, los servicios públicos portugueses, así que no me preocupé mucho por esto y me acosté a dormir.

(Continúa en este post)

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Fernando muy interesante como siempre este post de Lisboa,aunque me parece curioso y muy catalan.Que viajes primero a Lisboa que a cualquier otra region española por ej.Madrid.
Sobre Portugal te dire que es un pais muy pobre con islas de una exquisited extrema como corresponde a sus pequeñas minorias que son asi en un mar de gente muy modesta y que muchos turistas no conocen.No se si en la parte segunda de tu viaje aparecera la visita a la Fundacion Gubelkian que dejo a Portugal a su muerte agradecido el hombre mas rico del mundo entre guerras y que se refugio en Lisboa con Roschil y otros multimillonarios y Reyes destronados.Alli estan acumulados los mayores tesoros de arte de todas las clases que adquirio este principalmente a los comunistas rusos que necesitaban divisas en aquellas epocas.Tiene hasta una Orquesta Sinfonica propia.Es una visita imprescindible.
A la muerte de estos personajes el personal de servicio monto un restaurante el Aviz(nombre de la familia real portuguesa)donde su comida es magnifica y su bebida con los mejores caldos portugueses escogidos.Pero lo mejor es el servicio refinado de autenticos reyes.Y lo mejor con un precio equivalente a un restaurante simplemente bueno español.
Recorriendo la costa por Estoril esta el palacio de Quelux y los jeronimo dos cosas imprescindibles tambien.y sobre todo Sintra que es un lugar que parece de cuento de Hadas.
Eres un poco duro con los portugueses.Son buena gente que cometieron el error de separarse de España y de no haberse industrializado en su tiempo por gastarse su dinero en mantener guerras coloniales que estaban perdidas de antemano por estar fuera de epoca.Ahora hay un movimiento muy grande que quiere unirse a España pero despues de 500 años aquel error que tanto debe a inglaterra es tarde ya.
Espero tu continuacion con interes y sobre todo tus viajes por España.

Fernando dijo...

Astur:

Muchas gracias por tu comentario, pero como siempre haré algunas aclaraciones :)

Primero, que antes de viajar a cualquier otra parte de Europa viajé a Cantabria dos veces, y que la verdad es que ir a Madrid me da un poco de palo, aunque hace poco unos amigos catalanes organizaron un viaje en masa y casi voy con ellos. Todos dicen que les gusta mucho la ciudad, y si fui a Lisboa era porque quería ir a un sitio que no conociéramos ni mi novia ni yo.

La visita a la Fundación Gulbekian está en la segunda parte del post, es una visita muy interesante por cierto. Al restaurante no fui.

A Sintra no llegamos a ir, principalmente por culpa del transporte público, que nos hizo perder un día entero. Pero sí fuimos a Belem.

No estoy seguro de que el error portugués haya sido separarse de España, por lo que dicen Extremadura no está muy diferente, y Galicia, dicen, se ha adelantado sólo recientemente. En cualquier caso, la pertenencia de Portugal a España fue un caso más o menos fortuito, una cuestión de sucesión real. Si las bodas hubieran sido otras, tal vez todo sería Portugal salvo, por ejemplo, el reino de Aragón.

Creo más bien que el error portugués es cultural. Durante casi toda mi estadía tuve la sensación de que la gente pensaba igual que en Buenos Aires. Algún día hablaré sobre los valores más o menos comunes de allí y de aquí. Pero creo que el atraso de Argentina no se debe a que sea un país nuevo (Australia lo es más), ni a que esté lejos (Australia, Japón también lo están), ni a la injerencia del Primer Mundo (otros países la han sufrido y han salido adelante: nuevamente Australia, y Alemania dos veces en el siglo XX). Lisboa y Buenos Aires parecen tener sociedades mal construidas y con valores que van del inmovilismo al sálvese quien pueda. El inmovilismo detiene el cambio social y mantiene estructuras oligárquicas, y el sálvese quien pueda (junto con otros valores) erosiona lo poco que hay construido. Y ahora que me he entusiasmado, diré que la única solución que se les ocurre es reafirmar la moral católica, que es justamente parte del problema.

A Portugal le faltan muchas manifestaciones y bastante apertura de mente para poder cambiar la mentalidad y construir colectivamente una sociedad que sea mejor para la mayoría.

El post me parece catalán, pero no porque haya ido a Lisboa antes que a Madrid, sino porque no pude evitar, durante todo el viaje, comparar con Barcelona. Esto es positivo, porque significa que Argentina (que está mucho peor) ya no es mi hogar. Barcelona tendrá sus cositas, como el precio de la vivienda, pero hasta ahora es el lugar que más me gusta para vivir. Cantabria está muy bien, pero es para gente que ya tiene la vida hecha.

Antes de estos viajes creía que la frase "en ningún lugar se vive como en España" era fruto de un nacionalismo miope. Pero, después de ir a Portugal, sur de Francia y los Países Bajos, diré que esa afirmación tiene mucho de verdad.

Saludos!!!

Anónimo dijo...

Fernando estoy de acuerdo con tus comentarios sobre este asunto.Solo me llama la atencion que visitar Madrid te "de un poco de palo".nunca he visto una adaptacion al medio tan rapida incluidos los prejuicios positivos y negativos como los tuyos a Cataluña.Es una verdadera suerte para ti,claro que el tener novia de ahi ayudara mucho.Tambien estoy de acuerdo que Cantabria apesar de ser un sitio muy bonito no es el mejor para un joven emigrante que necesita un tejido industrial mas grande donde abrirse camino.
En cuanto a que no hay sitio mejor que España para vivir desde luego yo que conozco bastante mundo opino lo mismo,pero debo añadir teniendo un buen trabajo,porque sino todos son malos.
Desde luego en mis ultimos viajes a USA por ejemplo me quede horrizado de su mala gastronomia inseguridad,brutalidad policiaca incultura de la gente en general,salvo minorias de las grandes ciudades,etc y al mismo tiempo el convencimiento absoluto de que USA era el cielo y el resto del mundo solo eran las tinieblas exteriores.Me alegre que pensaran eso por la misma razon que senti que los japoneses descubriesen nuestras angulas que se han puesto por las nubes y en USa se haya introducido el jamon de pata negra.Que temo que se nos vuelva inasequible.ASi que difrutemos nuestro entorno y que no se entere demasiada gente.Un saludo muy cordial hasta tu proximo post.

Fernando dijo...

Astur:

Me has hecho reír con lo de las angulas y el jamón... A mí me preocupa aún más que descubran lo genial que es vivir en España, básicamente por el precio de los pisos :)

En cuanto a la adaptación, mi gran deuda pendiente es una que no me esperaba: precisamente la comida. No digo que la argentina sea mejor, pero sí que me ha costado acostumbrarme mucho a otros sabores. Allí, por ejemplo, no se usa tanto el ajo, las cosas son más dulces y más saladas, y se prefieren otros aceites al de oliva (según me ha contado mi prima la cocinera, al principio los cocineros argentinos piensan que el aceite de oliva español está malo, cuando la verdad es que el argentino está pasado). El dulce de leche, por ejemplo, no es un sabor precisamente delicado, pero a mí me gusta (y aún no entiendo la gracia de comer flan con nata, "crema" en argentino). Y he de confesar que de las tapas solamente me gustan unas pocas, por más que Mar del Plata sea una de las ciudades donde más pescado se come. Y ni que decir del yogurt natural. Pero poco a poco todo esto va cambiando también.

Con respecto a USA, no he viajado allí, pero entre lo que me cuenta mi hermana (que vive en la sureña Alabama) y lo que veo en las pelis tengo más o menos claro que esa sociedad no me gusta.

De todas maneras no te preocupes mucho por Madrid, ya tendré ocasión de visitarla, con lo de "me da palo" me refería a que no tengo muchas ganas de pasar frío, así que esperaré a que suban un poco las temperaturas. De todas maneras creo que me interesa un poco más Andalucía, y las ciudades fortificadas de Toledo y Ávila.

Saludos!

Anónimo dijo...

Pensaba continuar esta conversacion en un proximo post.Pero puede olvidarseme comentar tus preferencias turisticas.Es un problema de deformacion profesional como comente en otro post, dedique muchos años en la Admon del Estado al Turismo y al estudio de nuestro Patrimonio artistico que como sabras con el italiano son los dos primeros del mundo sin parangon.aunque el nuestro es mas variado.
Yo te aconsejaria una vuelta en primavera por Granada.Si puedes coincide con los festivales.Un concierto en le patio del palacio de Carlos V en la Alhambra en estas noches estrelladas y con olor a jazmines son inolvidables.Lo malo es que hay que sacar las entradas al menos con 6 meses de antelacion por internet.Luego una cena en el albaycin en La Rana hay que pedirla con una semana de antelacion y luego un paseo en el mirador de S.Nicolas para los americanos Mirador del presidente clinton por su entusiasmo por ese sitio.Alli frente la Alhambra iluminada estaras rodeado de cientos de parejas jovenes que estan alli toda la noche obnuvilados por aquella vista unica muchos con bebidas de todas las clases.
Salamanca y santiago de Compostela son dos sitios maravillosos desbordan de estudiantes y peregrinos de toda Europa y de arte.
Avila es mucho mas disfrute para los muy catolicos.Hay que leer de Sta Teresa "Su vida" para disfrutarla mejor.No olvides que tiene el mejor castellano despues del Quijote.
Las noches de juerga de ibiza por el verano cambiando el tercio son fenomenales para ir sin novia.
En cuanto a Madrid si buena es la ciudad en la que te recomiendo no faltes a las Descalzas Reales,saliendome de lo que te dira cualquier guia.Es como entrar en el tunel del tiempo y viajar por el imperio español sala a sala.
Pero aun mejor son los alrededores de Madrid donde se va en muy poco tiempo Segovia con el palacio de la Granja.El Escorial y el Valle de los Caidos.Toledo,etc etc.
Perdona esta disgresion.Si vas a otra region con mucho gusto te informare de lo que quieras.
Un saludo muy cordial como siempre.

Anónimo dijo...

hola fernando he leido... que "lo positivo es que ya argentina no es mi hogar" Y para usar una palabra gallega perdon española, me ha crispado. en temas comparto tus opiniones .. pero no podes ser tan ingrato con el pais que te dio identidad. te educò( o mal educo). o lo que sea, pero no esta bien que tengas descalificaciones, me parece barbaro que seas un enamorado de barcelona y sus costumbre y que los catalanes sean HERMANOS tuyos pero el desprecio hacia el pais que te vio nacer no hace mas que empobrecer tu capacidad intelectual, opiná sin resentimiento vas a ver cuanto mas tranquilidad espiritual vas a tener......
abrazo

Fernando dijo...

Nacho:

Tal vez algún día conozcas en carne propia algunas cuestiones como son la identidad y el hogar. Me alegra sentir a Barcelona como mi hogar porque, además, es el lugar en el que vivo. Sentirse a gusto en el lugar donde uno crece es invaluable. Durante los primeros meses aquí, Barcelona podía ser muchas cosas (un mundo para conocer, un riesgo, una aventura) pero no era un hogar. Hoy día lo es, para bien y para mal. Ya había tenido muchas veces la sensación de no tener hogar en Mar del Plata, en cuanto abandoné la casa de mis padres y me fui a vivir solo. De hecho, como ciudad, Barcelona me ha devuelto una sensación de hogar que no tenía desde los 17 años, cuando Mardel era aún un terreno a explorar y no un páramo de miedos, conformismo y aburrimiento.

No es resentimiento lo que siento hacia Argentina, sino lástima. Si la critico es porque me interesa que mejore. Ya hay demasiada gente que sólo quiere ver lo positivo de aquel país, y cuando no lo hay lo inventa, con un nacionalismo miope que me hace acordar a la palabra "fe". De pequeño me daban lástima los caballos con anteojeras. Yo prefiero intentar ser realista, y lo cierto es que allí vive gente muy querida que tiene que sufrir cosas que no son necesarias. Para mí, la tan gastada frase de "ver las cosas positivas" es lo mismo que "no seas objetivo, sé argentino". Yo soy yo, no un slogan o un estereotipo. Puedo intentar definirme sin recurrir al adjetivo "argentino". Soy más complejo que el peronista de Perón, no quiero tranquilidad espiritual ni intelectual, quiero nuevos desafíos. No quiero ninguna de las "verdades" argentinas, que casi todas son mentiras.

Además, "Argentina" no me hace nada hoy día. Y nunca me lo ha hecho: "Argentina" es una palabra vacía. Si puedo tener sensaciones que oscilan entre el resentimiento y el desprecio hacia la cultura y la sociedad marplatense (y porteña, en lo que me toca). Y creo que somos muchos los que nos sentimos así. Ya es hora de un cambio, o al menos de dejarnos de hipocresías y de dar la imagen de lo que no somos. Si una sociedad no puede defenderse sin faltar a la verdad, es que tiene vergüenza de sí misma.

Tampoco fue un mapa lo que me dio la identidad, sino muchas cosas, como Amigos son los amigos y Fontanarrosa pero también Tintín, Enyd Blyton, etc. Y mi identidad, después de años de sopor, finalmente ha vuelto a enriquecerse en este mundo nuevo para mí.

Si la opción es ser "argentino" silenciando cualquier crítica, prefiero ser de los otros.

El juego de "gallego" como sinónimo de "español", sabiendo lo que quieres decir por "gallego" (bruto, ignorante) me parece ofensivo para los españoles. Es como si te dijera "villero", porque las villas miseria porteñas son casi tan grandes como la provincia de Pontevedra, y resulta que sos del mismo país.

En resumen, me alegra que mi hogar sea Barcelona porque es muy probable que me quede a vivir en Europa y sólo regrese a Argentina para visitas esporádicas.

Finalmente, te invito a refutar cualquier afirmación que quieras con argumentos y no con falacias ad hominem, como son llamarme bruto ("gallego"), maleducado, ingrato, resentido e "intranquilo espiritualmente". Tal vez asignarme motes te dé la sensación de que te da la razón, pero no, es justamente lo que te impide tenerla: mis afirmaciones están todas allí, muertas de risa, sin sentirse afectadas por los ataques a su emisor.

Otro mundo existe.

Saludos

Anónimo dijo...

Che, una suerte encontrar tu blog, me gustaria hablar con vos sobre Barcelona...yo recien llego a Italia despues de quince meses en Ba As..!! Alessandra

Fernando dijo...

Alessandra:

Cuando quieras, mi MSN es polishrider (arroba) hotmail.com.

Saludos!!!

jaor dijo...

Para mi es hilarante leer las dos entradas y los respectivos comentarios sobre tu viaje a Lisboa.
Tanta ignorancia sobre un pais y una cultura...

Rui dijo...

hola,

solo decirte que has hecho comentarios inapropriados/falsos sobre los portugueses: les llamas cerrados de mente pero no me pareces muy abierto tu tampoco. ademas de bordé con la gente...xque has tenido que aplaudir al tio de Carris, y decirle "Me cago en tu puta madre!", como fuera conmigo te hubiera metido un par de ostias!quien te cres tu q eres...

no puedes comparar portugal y españa, son sitios muy diferentes.pero españa no es mejor que portugal, ni portugal mejor que españa.
portugal no es el tercer mundo,y no, en portugal no queremos ser españoles...te dice un portugues q vive en barcelona.

tendrias q haberte ido a florencia, no has merecido pisar Lisboa.

saludos

PD: bonitas fotos! a ver si podrias hacerlas en barcelona.......