Carcassonne (2): Montpellier
El día después de visitar Carcassonne amaneció nuevamente lluvioso. Era mejor dejar los castillos para el día siguiente, por si el clima mejoraba. Así que subimos al coche y fuimos a Montpellier.
Antes de nada, un pequeño mapa del Languedoc, una región denominada así por usar antiguamente la Lengua de Oc. Todavía recuerdo mi final de Literatura Europea, que fue sobre los trovadores que recorrían esta zona. El Languedoc incluye no sólo a Montpellier, sino también a Aude (la región de Carcassonne) y al antiguo Rosellón catalán (con capital en Perpignan). Al sur en el mapa, Cataluña.
Esta foto es de una iglesia que ya no recuerdo dónde estaba, pero creo que no era todavía Montpellier.
Buscando dónde dejar el coche dentro de la ciudad, descubrimos el Acueducto de san Clemente, una obra muy antigua que hoy es tristemente un parking:
Montpellier en comparación no es una ciudad muy antigua. En sus cercanías había una ciudad portuaria, y allá por el siglo VIII, debido a los ataques de los piratas, se decidió fundar una nueva ciudad un poco más adentro (para que al menos tuvieran que amarrar y caminar un par de kilómetros). Esa nueva ciudad, Montpellier, se volvería la octava ciudad en población de toda Francia. Y debido a su expansión, y a las pocas ganas de caminar que tenían hace 1200 años, recuperaría su costa mediterránea.
Junto al acueducto, un parque muy extenso. Lástima que el día no acompañaba:
El Arco del Triunfo da la bienvenida a la ciudad. Aunque no lo parezca, por ahí abajo pasan dos coches.
La ciudad fue durante un tiempo parte de la corona de Aragón, famosa por mi tocayo Fernando, el que se casó con la pureta de Isabel la Católica. Luego pasó a ser parte de la corona de Mallorca, que se la vendió a los franceses para financiar su guerra contra los de Aragón. Estos triángulos siempre acaban mal. Y los niños con cara perversa que juegan con leones también.
En la siguiente foto, la catedral de Montpellier. La entrada es bastante extraña. Y por las obras no había forma de encuadrarla.
En el siglo XVII, los centralistas y católicos franceses del norte asediaron la ciudad durante 20 días para convencer a los calvinistas de que no valía la pena morir por un pequeño desacuerdo. Es que los calvinistas decían más o menos que en este mundo uno obtiene lo que se merece, y que claramente los que tenían la capacidad de volverse ricos habían sido bendecidos por dios. Supongo que ese mensaje le gustaba a los ricos. Pero a los católicos les gustaba más sacarle el dinero a los pobres. Y en esta ciudad ganaron.
En Montpellier también se entrevistaron Franco y Pétain, si no recuerdo mal, para decidir si mataban o dejaban morir a los refugiados españoles. Por cierto, desde aquí quiero dar mi apoyo al juez Garzón, que ha sido suspendido con una celeridad asombrosa, en un proceso que posiblemente sea legal pero no legítimo. Para mis lectores argentinos, resulta que a este juez, famoso por enjuiciar a Pinochet, se le ocurrió este año investigar un caso de corrupción enorme que involucra a los más altos dirigentes del principal partido de la derecha española, el PP. Pero no lo suspenden por eso (porque no pueden). Lo suspenden por intentar averiguar de quiénes son los cuerpos que Franco dejaba en las cunetas allá por la Guerra Civil Española. Según la versión española de la ley de Punto Final, no se puede investigar nada de eso. Pero Garzón le puso huevos y consideró que eran delitos contra la humanidad, un genocidio vamos, y según la legislación internacional no hay ley española que pueda tapar eso. ¿Quiénes lo acusaron? Los antiguos fascistas y un movimiento afín al PP. Ha sido, en resumen, un triunfo del fascismo y la corrupción contra la democracia y la justicia.
Hablando de corrupción, creo que este es el Ayuntamiento:
Y esto es todo sobre Montpellier. Tengo más fotos, pero son aún peores que las que he subido. Con esto no quiero decir que sea una ciudad fea o sin gracia, por el contrario, es una de las ciudades mediterráneas más lindas que haya visto. Vivir en esta ciudad, en verano y con sol, debe ser un lujo. Aunque no llegué a ver el mar, y tampoco vi la Puerta del Peyrou, no me preocupa mucho, porque es una ciudad a la que me gustaría volver.
Al día siguiente, finalmente conseguiría subir a un castillo. Casi me congelo, pero creo que esas fotos sí que valen la pena.
1 comentario:
Vale, me traes muchas memorias :') Estuve ahí por un semestre (dándome mis escapadas semanales a Barcelona, España y demás) y creéme que después de un fin de semana no es tan divertido…Pero venga, me gusta bastante tu blog y hablas pura verdad :) Qué suerte poder vivir en la bella Barcelona!
Saludos desde México!
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