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lunes, julio 24, 2006

Ola de calor

Esto se refiere a lo sucedido entre el sábado 22 y el lunes 24 por la tarde.

En estos días hubo una ola de calor en España. Todos los días repiten por TV las precauciones para evitar un golpe de calor, y ya empiezan a contar los muertos por las altas temperaturas. La situación española, durante el verano, parece ser la siguiente: en Andalucía (sur de España) es clima es muy caluroso pero seco, y hay alguna que otra brisa marina. En el centro (Madrid), el clima es aún más caluroso, también es seco, y no hay viento que valga. En el norte (Galicia, Asturias, País Vasco) puede un día hacer mucho calor y al día siguiente hacer sólo 20 grados con lluvia. En Barcelona no llueve casi nunca (a veces caen un par de gotas), a la tarde se suele nublar un poco, y si bien las temperaturas son más bajas que en Málaga o Valencia, y además hay viento marino, aquí el calor es húmedo y creo que es imposible no salir bañado en sudor cuando uno viaja en el metro por la tarde. Creo que es importante aclarar que no estoy seguro de que sea sudor, o simplemente humedad, ya que el olor tendría que ser insoportable, y no lo es. De todas maneras, toda esto lo escribo únicamente para justificar el título, que es el único que se me ocurrió para resumir estos tres días tan disímiles.

El sábado, con 35 grados de temperatura, ascendí al Monumento a Colón, que se encuentra al final de la Rambla, entre ésta y el puerto (donde se encuentra el complejo Maremágnum, por cierto). El ascenso cuesta 2,80 euros, a la hora que fui te permiten quedarte arriba el tiempo que quieras (aunque no tiene mucho sentido), y puedes sacar fotos como las siguientes:












De allí partí caminando hacia el teleférico de Barceloneta. Incluyo aquí fotos del camino, pasando por el Maremágnum, que si bien me parece espantoso (por su modernidad), creo que debe aparecer en este blog:








El teleférico de Barceloneta es caro, ineficaz y lento. Un viaje de ida hasta Mont Juic cuesta 9 euros, y tienes que hacer una cola que a mí me tomó una hora (y no era la hora pico de turistas). Si bien tienen dos cables (para dos teleféricos), por algún motivo desconocido nunca hay en funcionamiento más de una cabina a la vez. Así que ves a la cabina salir con muchas personas apretujadas, y tienes que esperar a que vuelva con un número misteriosamente mayor de personas también apretujadas. La visión desde la primera torre es espectacular, y hay una vista magnífica de las playas de Barceloneta, pero como de ese lado estaban trabadas las ventanas, y los vidrios estaban extremadamente sucios, no pude tomar ninguna foto. Sí hay fotos del lado sur del puerto:






Cuando finalmente pude ascender, como metieron a toda la gente posible, me tocó ir en el medio. Había una ventana abierta, y los vidrios no estaban muy limpios, así que estas son las fotos que tomé, muchas con el brazo levantado por encima de las cabezas ajenas:










Una vez en el destino, caminé hasta el castillo nuevamente, y, para aquellos que sugieren que yo no estoy realmente aquí, me tomé una foto. Quiero avisar, ya que me lo han preguntado, que cualquiera de estas fotos puede ser vista en tamaño completo con sólo hacer click sobre ella. Si tienes Windows XP, será necesario luego un click adicional sobre la imagen que aparezca (ya que Windows las reduce para que entren en la pantalla del navegador).







De allí regresé en metro al piso. Como es verano, hacen todas las obras posibles en el metro, y esta semana me toca a mí no poder utilizarlo. Por suerte pasa cerca otra línea, pero un poco más lejos que la que utilizo habitualmente.

El domingo me levanté temprano y salí rumbo a la playa. La idea era ir a Montgat, pero desde la ventanilla se veía que estaba llena de gente. Así que seguí hasta Montgat Nord, la última estación en la que podía bajar con mi boleto. Como también estaba llena de gente, y no había mucho a lo que sacarle una foto, regresé a Badalona, la misma playa en la que había estado la semana pasada, y donde casi no había gente. Llegué a las 12, y a las 16 me fui, porque quería poder dormir acostado esa noche (y no colgado de un perchero). Hacían 32 grados de temperatura.

El lunes amaneció problemático. Ya la semana pasada había anticipado que este lunes sería muy difícil, ya que parece haber una progresión ascendente. Me levanté a la hora de siempre, y en cuanto cerré la puerta me di cuenta de que eso había sido un error: recordé que mi línea de metro no funcionaba, por lo cual debería caminar más, hacer una parada de metro más, realizar una combinación cuyo camino no conocía, y hacer una parada de tren más. Total, que llegué casi media hora tarde. Por supuesto, esto no fue lo más grave de este lunes.

Cuando llegué un compañero, David, tenía un problema con su PC. Como tenía cosas más urgentes para hacer, le dije que por favor me esperara 15 minutos. Pasado ese tiempo fui y le solucioné el problema. Una hora más tarde, estaba sentado en mi oficina cuando escuché venir desde la calle (donde todos salimos a fumar) un golpe seco y fuerte, seguido por el grito de una mujer. En ese momento pensé que algo muy pesado se le había caído en la cabeza a alguien. Salí lo más rápido que pude y vi a David tendido en el suelo, con su cara morada, y varias compañeras alrededor de él. Me dijeron el número de emergencias (061), y pedí una ambulancia con el móvil. Después de que me avisaron que la ambulancia estaba en camino, me pasaron con un médico y me acerqué a David, aunque el jefe de la sucursal me pidió el móvil para hacerse cargo él. Ayudé a levantarle las piernas, para que le llegara sangre a la cabeza, mientras esperábamos todos la ambulancia, que tardó unos 20 minutos larguísimos en llegar. David tenía una herida en la frente (por el golpe), pero con muy poca sangre. Llegaron los médicos y estuvieron como media hora haciéndole masaje cardíaco, mientras yo buscaba en las bases de datos el número de móvil de su mujer (que no estaba, por cierto). Incluso llamé a varias personas que tenían un apellido similar. Finalmente, la ambulancia se lo llevó, inconsciente y acompañado por dos amigas del trabajo. Creo que fueron ellas las que una media hora más tarde llamaron desde el hospital para avisar que había muerto. David estaba desde marzo en lista de espera para que le hicieran un bypass. Aparentemente fue un infarto, y no creo que haya sido debido al calor, ya que hoy, a esa hora, no hacía más de 25 grados. David tenía 49 años, dos hijos bastante grandes, y era una persona silenciosa y amable.

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