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miércoles, octubre 17, 2007

Regreso

En algún momento de mi estadía en Mar del Plata le dije a un amigo que allí todo se volvía innecesariamente complicado y era muy fácil perder horas enteras por algo que debería ser sencillo (y que en otros países lo es). Mi viaje de regreso a Barcelona es un buen ejemplo.

El 2 de octubre fui hasta el centro de mi ciudad para viajar al aeropuerto internacional de Ezeiza. Eran las 7 de la mañana, y aunque mi vuelo salía a las 20:30, y se supone que como mucho tardaría 6 horas en llegar, varias razones me hicieron madrugar. El trayecto a Ezeiza está monopolizado por una empresa, por lo cual sólo podía salir a las 7 o a las 12. El que más me convenía era el de las 12, llegando bastante ajustado al check-in, pero si había algún problema perdería el vuelo. De hecho, el autobús de mi hermano había tenido que ser reparado unos 500 metros después de salir. El novio de mi hermana había tenido que esperar una hora y media en un pueblo intermedio hasta que llegara un vehículo de repuesto, ya que el suyo ya no funcionaba más. Y el día anterior otro se había salido de la autopista, estrellándose de frente en una zanja (el conductor seguía muy grave). Así que, con resignación, me despedí de mi familia (a la que agradezco muchísimo por ir, sobre todo a esa hora) y partí hacia Ezeiza.

Llegamos sin ningún problema, y apenas entré al aeropuerto me rodeó un enjambre de vendedores de asistencia médica en el extranjero y de esos que te envuelven el equipaje con celofán para que te roben con más dificultad (me hizo acordar a Ciudad del Este). Fui a comer, esperando a llegar a Barcelona para poder ahorrar: si no recuerdo mal, me cobraron por un sandwich (bocadillo) de pollo 24 pesos (casi 6 euros), sin incluir la bebida.

A las 17:30 me acerqué a un panel y vi que el vuelo no tenía retrasos. Fui hacia las ventanillas que me indicaban, para hacer el check-in, y cuando llegué me dijeron que mi avión saldría con 13 horas de retraso, a eso de las 9:30 del día siguiente. Casi instintivamente pedí que me dieran un hotel, y después de una media hora de espera me dieron un ticket para un taxi hasta Buenos Aires, la dirección del hotel, y me dijeron que me pagarían el taxi de regreso y una cena de hasta 25 pesos. Quería dejar la maleta (que pesaba 32 kilos), pero me dijeron que no lo hiciera, que por la noche el personal del aeropuerto se robaría todo. De hecho, unas semanas antes un programa de televisión había realizado una cámara oculta allí y todo el país había visto cómo abrían el equipaje, pese a las cámaras de vigilancia de la aduana. Poco después se llevaron presos a diez empleados: huelga de aduaneros en todos los aeropuertos del país.

Cuando llegué al hotel, en Buenos Aires, me encontré con un cartel que decía: "Hotel San Martín - Primer piso". Al final del pasillo había un ascensor que era una reliquia. Subí con una colombiana que llevaba un bebé a cuestas. Ella estaba en mi misma situación, aunque por un vuelo a su país.

Arriba, en la recepción de algo que a duras penas puede llamarse un hotel, nos dijeron que no tenían ninguna reserva hecha por Aerolíneas, y, lo que era peor, tampoco tenían lugar. La verdad es que ningún hotel tenía habitaciones, porque había no sé qué congreso en la ciudad. Y yo estaba con los 32 kilos a cuestas (y una mochila), con unos 20 pesos (insuficientes para regresar a Ezeiza), sin haber dormido más que un par de horas en el viaje, caminando por la calle en pleno anochecer. Sólo me faltaba un cartel que dijera: "Por favor, róbenme".

Mi idea había sido dejar todo en el hotel e invitar a cenar a mi prima Tamara. Al final, tuve que invitarme yo mismo a dormir en su departamento, y eso tampoco fue muy fácil, ya que estaba en clase y no la podía contactar. Finalmente, habiendo dejado casi todo mi dinero en el locutorio, fui a buscar la llave a lo de un amigo suyo, y así pude entrar (por suerte, sólo era subir un piso sin ascensor).

Cuando mi prima llegó, bajamos hasta un cajero (imposible describir el alivio que fue ver que mi tarjeta española funcionaba y me daba dinero... ya había tenido problemas para usarla), y nos fuimos a cenar a todo lujo, aunque mi aspecto a esas horas ya era lamentable. Lo pasé muy pero muy bien hablando con mi prima, y después nos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente la tuve que despertar para que me abriera la puerta de abajo (ya que en Argentina siempre hay que cerrar con llave), y a las 7 en punto de la mañana me estaba tomando un taxi hacia el aeropuerto. El taxista, que sabía que me pagaría Aerolíneas, me dijo: "lo dejamos en 60 pesos y los peajes", y apagó el medidor. Lo que se dice "corrupción estructural" (avivada, en argentino). En el aeropuerto me pusieron mala cara por esto, pero no me habían pagado el hotel ni la cena (que valía más de 25 pesos), así que me dieron el dinero.

Fui de todas maneras a la oficina de reclamos, para quejarme por haberme dejado sin hotel. Después de esperar casi 30 minutos en una cola que no avanzó ni una sola persona, decidí dejarlo para otra vida.

Despaché el equipaje y entré. El vuelo estaba anunciado con una hora más de retraso (para las 10:30), así que estuve paseando hasta poco antes de la hora. Por supuesto, despegó pasadas las 11 de la mañana.

Lo que sí me gustó fue que el avión estaba casi vacío. Después de almorzar me acosté cuan largo era en una fila de cinco asientos, con tres almohadas bajo mi cabeza, para intentar dormir.



En Barcelona, lo que hubiera sido un casi placentero regreso en tren y metro a las dos de la tarde se había convertido en una penosa espera a las 3 de la mañana. En Ezeiza me habían dicho que fuera a las ventanillas de Aerolíneas y pidiera que me pagaran el taxi. Obviamente, estaban cerradas, y no abrirían hasta las 8. Así que esperé hasta las 6, me subí al tren a Sants, y allí me subí a un taxi que pagué yo mismo.

Subí los cinco pisos sin ascensor, y me acosté a dormir. La aventura de viajar con Aerolíneas Argentinas había terminado, y lo único que sentía era cansancio.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Fernando!
Cuán real es todo lo que contas!!! Me pasó lo mismo con el tema del traslado de Mar del Plata a Ezeiza y tuve la suerte que mi tío gentilmente me llevara. Fue un alivio porq no tenés alternativa.
Cuando llegué a Barcelona como un a tonta, tenía temor a todo y no podía tomarme ni el metro ni el tren por el tema de la maleta. A lo cual pregunté en la oficina de turismo. La persona que me atendió me dijo q no me convenía tomarme un taxi porq me saldría 25 euros y como yo iba a 5 cuadras de la Plaza Cataluña, me recomendó el aerobus que te permite llevar equipaje y es economico. Viaje comodamente, con las maletas (traia tb mas de 30 kg) y hasta me ayudaron a bajarlas!!!

Fernando dijo...

Hola!!!

Yo tardé un par de semanas en perder este miedo a que me robaran las maletas, sobre todo porque vivía en hostales. Pero en cuanto vi que la gente dejaba cámaras de fotos y otras cosas de valor encima de sus camas ya empecé a confiarme.

Esto cambió en cuanto regresé a Argentina. No subía al Tienda León esperando a que cerraran el maletero, cada vez que se detenía el autobús miraba por la ventanilla que nadie sacara mi valija... También tuve problemas con el coche: cada vez que lo dejaba estacionado en la calle no podía quitarme de encima la sensación de que me lo estarían robando (de hecho, ya me robaron uno hace un par de años). Toda esta paranoia me duró hasta que recuperé mi equipaje en el aeropuerto de Barcelona. Pensar que esa actitud de estar siempre en alerta me parecía normal e inevitable...

Saludos!!!

Carla Ibañez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernando dijo...

Por cierto, que a nadie se le olvide acreditar los puntos del viaje en el check-in. Los teléfonos de Aerolíneas Argentinas en Barcelona no funcionan, y la central de Madrid no contesta nunca. En Información (010) me dieron la dirección (Passeig de Gracia 11), pero en la entrada no aparece Aerolíneas entre las empresas que tienen oficinas allí. Averigüé que era en la Escalera C, 6to 2. Por supuesto, un ascensor no funcionaba y el otro no llegaba más arriba del tercero. Arriba me retuvieron el boarding pass porque la acreditación de puntos sólo se hace en Madrid.

Nota mental: no viajar por Aerolíneas.

Saludos!!!

Anónimo dijo...

Fernando, ha sido en extremo grato leer tu experiencia en Barcelona, por momentos logras que uno tambien sea parte del viaje. Te escribo junto con saludarte para que me des informacion con respecto a las posibilidades de trabajo en barcelona ( tengo nacionalidad chilena e italiana, soy psicologo y en chile he trabajado en contextos terapeuticos y estoy dispuesto a trabajar de lo que venga, 28 a). Muchas gracias por todo lo escrito en este blog (ha sido muy generoso de tu parte)

Fernando dijo...

Muchas gracias por tu comentario! Con respecto a tu pregunta, no me preocuparía por el trabajo, hay muchísimo. En algunas áreas hay menos (por ejemplo, para presidente), pero en casi todos los ámbitos hay más trabajo que gente para trabajar. En tu área no sé cómo estará la cuestión, pero si te interesa vivir bien y sin problemas, un puesto de camarero, electricista, albañil, etc., no se le niega a nadie (que tenga papeles, claro). Para que te hagas una idea, te recomiendo darte una vuelta por algunos sitios de trabajo como infojobs.net...

Saludos !!!

Anónimo dijo...

Hola, Fernando. Es un gustazo tenerte de regreso. Ya anteriormente hemos compartido algunos comentarios en tu blog. Soy Peruano y leyendo tu odisea me causa mucha tristeza lo similares que son las historias de mediocridad y miseria de nuestros paises. Realmente es una pena tener que vivir siempre a sobresaltos, que no puedas compartir una tarde con tu mi familia sin que un wbon intente robarte, ya te digo yo ver que tu hijo que regresa sin bicicleta y golpeado. y, la verdad no creo que esto cambie mucho, no porque sea un pesimista sino por que veo el tipo de gente que nos gobierna. En fin es un tema que da para largo. Suerte Fer. Ya se extrañaban tus nuevas experiencias, buenas o malas pero ponlas. Saludos!

Fernando dijo...

Marco:

No conozco Perú, pero en España me he dado cuenta de que los problemas y la manera de pensar argentinos no son muy diferentes a los de otros latinoamericanos. En la escuela se nos enseñaba la hipótesis racista de que Argentina es un país único en Latinoamérica debido a su supuesta homogeneidad étnica (y blanca, por supuesto). No sólo Argentina no es así, sino que se parece mucho a sus vecinos. Por mi parte, tenía bastantes cosas para opinar sobre mi país de origen, y como no quería mezclar todo aquí, hace tiempo comencé otro blog sólo sobre mis impresiones de Argentina.

En estos días ha ganado las elecciones la esposa del presidente por amplio margen. Eso me parece un claro indicio de que las instituciones y la democracia no funcionan allí, y que el caudillismo está más vigente que nunca.

Les deseo buena suerte a los que están intentando cambiar las cosas allí. Es muy difícil lograrlo, pero la alternativa es mantener el status quo y contribuir a la inercia, que vendría a ser la principal fuerza vital de Argentina.

Saludos!!!

a dijo...

hola fernando!

he leído parte de tu historia, y ha sido una gran experiencia para vos. me alegro mucho.

te cuento que yo debo viajar en dos semanas a una estancia corta de investigación a la universitat pompeu fabra, en BCN, pero no he encontrado un buen alojamiento (al menos por internet y que sea bbb), y así como otros comentarios lo reflejan, estoy algo nervioso por lo de conseguir algo bueno donde no me desocupen mis cositas

cualquier comentario, gracias!

Fernando dijo...

Alex:

Yo no me preocuparía por que te roben las cosas de tu habitación, aquí nadie tiene necesidad de eso y en cualquier caso la policía es muy eficaz. Para buscar alojamiento te recomiendo loquo.com, aunque como en todo el mundo habrás de sacrificar una de las tres b: si es bueno y bonito, no es barato. Si también resulta barato, es porque nadie soporta al propietario, o porque no tiene metro, o porque está fuera de la ciudad (aunque se puede vivir muy bien en cualquier pueblo unido por tren).

Espero haber sido de algún tipo de ayuda.

Saludos!!!