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sábado, noviembre 10, 2007

Tossa de Mar (1)

El 1 de agosto fui con mi hermano, mi primo y mi madre a conocer Tossa de Mar, en la Costa Brava de Girona (al norte de Barcelona).

Llegar hasta allí parecía difícil, incluyendo transbordos y posibles caminatas. Nada de eso, prácticamente nos llevaron de la mano. Nos subimos al tren de Cercanías hasta Blanes (la última estación). Blanes en realidad está a una montaña de distancia de donde te deja el tren, con lo cual me veía caminando hasta la estación de autobuses, pero en la puerta misma de Cercanías nos esperaban para llevarnos hasta Lloret de Mar, la ciudad lanzadera para los pueblos de la Costa Brava. Una vez en Lloret, esperamos 5 minutos (mientras tanto, me llamaron de una consultora que no conocía para ofrecerme trabajo: cosas de España), y ya estábamos viajando hacia Tossa, que está a unos pocos kilómetros. El paisaje hay que verlo: se va rodeando desde muy alto una especie de embudo lleno de casas, y al fondo se ve el mar.

Mapa "prestado" de este sitio. Aún no conozco las playas del norte, y son muchas...


En cuanto llegamos a Tossa de Mar saqué esta foto de una extraña escultura:


Mientras caminábamos hacia la playa, miramos algunas tiendas que vendían, entre otras cosas, snorkels. Luego me arrepentiría de no haber comprado uno, le recomiendo a cualquiera que vaya a la Costa Brava tener un snorkel a mano.

En cuanto llegamos a la playa la primera sorpresa fue ver esta fortificación:


Este recinto amurallado se llama la Vila Vella, según Wikipedia tiene siete torres circulares (no las conté), y fue construido hacia el siglo XII para defenderse de ataques de piratas. Este otro sitio, con mucha información, lo data en 1387. Cerca se encuentran los restos de una villa romana del siglo IV llamada Els Ametllers ("Los almendros", si mi catalán no me falla). También está el primer museo de arte contemporáneo de toda España.

Empezamos a subir hacia la fortaleza:


Miramos hacia atrás, y esta es la playa principal de Tossa de Mar:


Seguimos subiendo:


En Cataluña son bastante comunes las esculturas de gente descansando en los bancos públicos. Aunque esta no sé qué representa:


La Costa Brava es tan abrupta que no hay mucho espacio para puertos. Así que resulta mucho mejor usar el mar semiabierto como puerto, eso sí, claramente delimitado por boyas. Si uno quiere subirse a su propio bote puede hacerse llevar desde la playa (aunque ir nadando parece más divertido):


Aquí se ve el pueblo. A la izquierda, parcialmente oculto por la muralla, está el Casco Antiguo.


Detalle a la distancia de una iglesia y una torre a las que no fui:


Me gusta mucho este estilo de torres. De hecho, toda esta fortificación es una de las más bonitas que haya visto:


Una vez dentro del castillo:




Sí, lo de los barquitos me llamó mucho la atención. A la derecha se ve una especie de catamarán que te lleva de excursión por las calas cercanas, rodeando el "puerto" para desembarcar en la playa. Había un poco de oleaje, y por la dirección que llevaba el mar lo movía de babor a estribor, parecía que se fuera a dar vuelta. Nos reímos de los pasajeros, aunque pronto lo viviríamos en carne propia.


Si esta vista no es impresionante, ninguna lo es:


Bueno, tal vez esta. Del otro lado de la montaña se veía un acantilado altísimo, aunque no hay ninguna construcción como para tener una idea de la escala:


Cómo me gustaría nadar aquí:


Allí arriba había una iglesia semiderruida. Parece ser de una época más reciente.


Eso sí, el que la construyó allí quería tener una buena vista o al menos poder vigilar las buenas costumbres de todo el pueblo. Está rodeada por acantilados al mar en tres de sus cuatro lados.


Hay que tener un poco de cuidado en estos caminos, detrás de los árboles no hay nada que detenga tu caída al mar.



Otro acantilado. Aquí sí se ve una casa en la parte derecha de la foto. Abajo, a la derecha, comienza una pequeña cala:


Con bastante zoom, esto es lo que se ve (aunque todas las fotos se pueden ver más grandes haciendo click sobre ellas).


Paseo con Fondo Cristal

Buscamos un lugar para comer barato, con mesas desde las que se viera la playa, y un menú interesante. Lo encontramos enseguida, y al menos mi pizza era excelente. Aunque creo recordar que convenia saber algo de inglés para que el camarero (francés) te entendiera.

Mientras comíamos, llamé a una de las dos empresas de catamaranes, para averiguar el precio, la hora de salida, etc. Me atendió una chica en un castellano penoso, tan penoso que cuando pregunté cuánto costaba el paseo, creyó que estaba terminando la conversación y cortó. Llamé de nuevo y me dijo que salía uno cada media hora, salía 11 euros, tenía una ventana al fondo del mar y se detenía en una cala, donde nos podríamos bajar, quedarnos lo que quisiéramos, y volver en otro catamarán.

Así que cuando terminamos de comer cruzamos la playa hasta unos puestos de la empresa, compramos los pasajes y nos subimos al barco, que resultó ser de los más pequeños. Creo que todos preferíamos uno más estable.

A todo motor rodeamos el "puerto" de yates:


Abandonamos la playa, en dirección norte:



No sé si por el oleaje o la velocidad, pero no se veía mucho por la ventana al fondo del mar, salvo tal vez las formas de las dunas submarinas. De todas maneras no era necesario, ya que lo más interesante estaba afuera, en las formas (casi inéditas para mí) en que el monte se resiste al mar.












Ya sé que son demasiadas fotos, pero prometo que descarté casi 200. Es que parecía un japonés adicto a la cafeína...



Había pequeñas cuevas a lo largo del recorrido. De pronto, que el barco fuera pequeño se volvió una ventaja, ya que podía entrar en ellas y mostrarnos su interior. Para ingresar en ellas, el timonel avanzaba lentamente mientras su ayudante se colocaba en el techo del barco y colocando las manos en el techo evitaba que la embarcación chocara contra los muros. En las cuevas más grandes, se ayudaba con una vara.









Pasamos, sin entrar, por delante de una pequeña cala.



A esta cueva también entramos:








Ya estábamos por llegar a la cala de destino, que creo que estaba detrás de este monte:


A lo lejos se la ve:


En la cima de este desfiladero se ve una torre, pequeñita:




Pero antes de desembarcar en la cala entramos en una última cueva, y allí el show final: innumerables pececitos desesperados por comer los restos de pan y cáscaras de naranja que les arrojaba el ayudante:



Un pequeño vídeo:





Al salir de esta cueva, desembarcamos en mi cala favorita. Pero este post ya es bastante grande, así que subiré el resto en otra nota.

2 comentarios:

stella dijo...

Aunque ya hace un tiempo fuiste a Tossa del Mar, te agradezco la explicacion y hermosas fotos que subiste. Genial el recorrido, estoy programando un viaje para mayo y esta sera una hermosa opcion.
Saludos de una argentina con ganas de vivir por esas tierras.
Stella

Aeroport Barcelona dijo...

Interesante! saludos.