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sábado, mayo 15, 2010

Carcassonne (1)

En Cataluña hay unos cuantos días festivos (feriados), pero casi ninguno en invierno. Después de Reyes, hay que esperar hasta Pascuas para tener un fin de semana largo. Son unos tres meses muy pesados, por eso en cuanto llega esta oportunidad casi todo el mundo se va de Barcelona en unas mini-vacaciones de cuatro días. Como en el 2008 habíamos tenido mucha suerte con el clima en el sur de Francia, el año pasado decidimos volver a cruzar los Pirineos para visitar una de las zonas más famosas de Francia: Carcassonne.

Después de más o menos tres horas, llegamos al Bed & Breakfast, una mansión enorme con piscina, de origen probablemente medieval, y dejamos las cosas en nuestra casa de dos plantas. Pero, a diferencia del año anterior, hacía mucho frío y llovía, y la casa era demasiado espaciosa para la pequeña estufa que nos dieron (no querían encender la calefacción central para ahorrar).

Estrenábamos GPS, que resultó ser de gran ayuda porque si no hubiera sido imposible encontrar la casa. El pueblo era tan pequeño que ni siquiera aparecía en los carteles, se llegaba a él a través de una "carretera" de 3 metros de ancho, igual a todas las demás, y todos los pueblos cercanos compartían el apellido Minervois (por ejemplo, nosotros dormíamos en Laure Minervois). De hecho era tan complicado llegar que una noche nos perdimos durante una media hora, con GPS y todo.

Era el mediodía del 10 de abril. Primero fuimos a la Abadía de Fontfroide, fundada en el siglo XI, de la orden cisterciense (que llega hasta Cataluña), una orden muy exitosa que valoraba el ascetismo y el trabajo.



Según Wikipedia, la abadía tiene una colección de 2500 rosales. Parece que no era época.




Hasta aquí pudimos entrar. Había una visita guiada, pero no tenía ganas de pagar.



Empezaba a llover en serio. Comimos algo dentro del coche y nos fuimos a visitar la abadía Caunes Minervois (situada en el pueblo del mismo nombre, primo del nuestro). Como nuestro Laure Minervois, también está rodeado de viñedos. Parece que es famoso por su mármol, usado en la Ópera de París. En cualquier caso, después de tomarnos un café en un bar semiabandonado, entramos a esta abadía benedictina, que fue propiedad durante un tiempo de los condes de Barcelona.


Antes de seguir tengo que hablar un poco de los cátaros, los antiguos habitantes de la zona, que eran un poco especiales. Un obispo cátaro, por ejemplo, molestó tanto a la Iglesia romana que los representantes del Papa decidieron quemarlo en esta misma abadía, allá por el 1227. No está claro qué era lo que molestaba más. Tal vez fuera la creencia cátara de que el mundo había sido creado por un ser que era mitad Dios y mitad Satanás. O que intentaran convertir la sociedad en ascética. O que no obedecieran a la Iglesia de Roma, sino que se regían por San Juan y María Magdalena. Era raro también que los moribundos tuvieran que someterse a un ayuno estricto para purificarse (y morir antes). O que creyeran en la reencarnación (aunque como un castigo). Supongo que a Benedicto no le gustaría tampoco la idea de que no apoyaran el matrimonio, y aceptaran la homosexualidad.

De todas maneras, la idea que más me gusta es la de la dualidad Dios/Satanás. Ellos creían que Dios creó lo inmaterial, y Satanás lo material. O sea que todo lo terrenal, incluyendo la Iglesia Católica, eran instrumentos de corrupción. A los cátaros tampoco les gustaba la idea de que Cristo se hubiera encarnado, corrompiéndose en el acto (seguramente, aquella misma noche sagrada en que la paloma viola a María). Tampoco se creían lo del pecado original, porque es imposible que se hubiera realizado en el Paraíso, territorio gobernado por Dios. Y no juraban, porque eso era atarse al mundo material.

En fin, eran como mínimo entretenidos. Hay quien dice que estaban más que conectados con los Templarios. Pero bueno, los aburridos de Roma decidieron exterminarlos, con la colaboración de los franceses, allá por el siglo XIII. Y más de uno moriría en esta bonita plaza interior.


Habían organizado una especie de museo en las habitaciones de la iglesia, bastante lamentable por cierto, pero por suerte el patio trasero de la abadía valía la pena.




Habían decorado las juntas de las piedras con pintura roja. Era original y no quedaba nada mal.



Creo que el siguiente pueblo que visitamos se llama Cucugnan, el cual tiene un castillo encima. Pero lo que primero me llamó la atención fue una escalera larguísima, única forma de acceso a una casa en obras.



Debe ser toda una experiencia subir esta escalera con lluvia y viento.


La calle principal del pueblo es la carretera. En realidad Cucugnan está aplastado entre la montaña y el río, y nunca llega a tener ni 100 metros de ancho.


En lo alto, el castillo de Peyrepertuse, que según las fotos aéreas es espectacular, aunque de abajo se ve poco y el día no era el adecuado para ascender por dentro del bosque durante una hora. Eso sí, otro día me sacaría las ganas con otro castillo.


Su primera mención es del siglo XI. De estas cosas no se conoce su fecha exacta de construcción, sólo se sabe cuándo fue la primera vez que apareció en una lista. En aquella época pertenecía a los condes catalanes de Besalú. Después pasó a ser de los condes de Barcelona, y luego de los reyes de Aragón. Finalmente, por no formar parte de la cruzada contra los cátaros, pierde su autonomía y pasa a ser el límite sur de Francia, hasta que España decide en 1659 regalarle el Rosellón catalán a los franceses. Entonces, al quedar más lejos de la frontera pierde importancia estratégica, y comienza su decadencia, hasta que se lo restaura en 1950.

Para terminar de aprovechar el día, fuimos a la ciudad fortificada de Carcassonne. Primero dimos una vuelta por su periferia, la ciudad nueva por así decirlo, donde se alzaba esta extraña construcción, abandonada en medio de un párking, denominada domus:


Foto del techo:


Lo siguiente sería la catedral (situada fuera del casco antiguo, en la "nueva" Carcassonne):


Finalmente, llegamos a la ciudad fortificada, el castillo más grande que vi hasta ahora. Aquí se ve la separación entre dos muros de la defensa exterior.


Y aquí se ve una buena parte del frente. La escala se pierde en la foto, pero el conjunto es realmente enorme.


La ciudad fue fundada en el 800 a.C., pero se volvió importante cuando los romanos fortificaron la cima de la colina, allá por el 100 a.C. Después de ser invadida por los visigodos, pasó numerosas veces de manos, y resistió un asedio de 15 días por proteger a los cátaros. Como el castillo anterior, al perder importancia estratégica se fue deteriorando, hasta el punto de que en 1849 quisieron derruir las murallas. Al final se lo pudo evitar, y desde 1997 es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.


Dimos un paseo por las murallas exteriores. Hay al menos dos anillos externos, por los cuales se desplazaban los soldados que defendían la fortificación.




Los pasos entre los diferentes anillos son estrechos. Si en un asedio el enemigo conseguía pasar las defensas más exteriores, aún tenía por delante más murallas defensivas.


Hay una gran cantidad de torres.




Supongo que esta zona estaba antiguamente cubierta por agua:


Finalmente ya estábamos en el interior del castillo. Ya caía la noche, por lo cual cerraban los museos y abrían los bares y restaurantes. Aquí, una iglesia todavía abierta:


Caminamos hasta otra iglesia. Las fotos no son buenas, pero quiero compensar la falta de gárgolas en mis notas, esas figuras fálicas que pretendían atemorizar a los creyentes.



El castillo es tan grande que contiene varias calles.


Como ya teníamos hambre, y los restaurantes franceses son carísimos (y más aún dentro de un castillo), comenzamos nuestra retirada. Estas son las murallas exteriores, ahora iluminadas:


La verdad es que es una de las construcciones más espectaculares que haya visto.


Con la ayuda del GPS, encontramos una excelente trattoria italiana en un pueblo cercano, y nos internamos en la oscuridad buscando el camino secreto que nos llevara de regreso al alojamiento. Al día siguiente visitaríamos Montpellier, pero eso queda para otro post.

2 comentarios:

alejandro dijo...

descubrí hoy tu blog y está bueno. lástima que ví tus viajes a Paris y a Carcassone y te tocaron días de mierda.
El ano próximo hago Bcn, París y Carcassone, entre otros... voy a devorarme tu blog y desp te hago + comentarios
abrazo

alejandro dijo...

descubrí hoy tu blog y está bueno. lástima que ví tus viajes a Paris y a Carcassone y te tocaron días de mierda.
El ano próximo hago Bcn, París y Carcassone, entre otros... voy a devorarme tu blog y desp te hago + comentarios
abrazo